sábado, 16 de agosto de 2008

Un paseo por el barrio chino



Un paseo por el barrio chino

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

los autos suelen estrellarse contra las verdulerías,
a veces contra pescaderías,
la cabeza del conductor se tuerce sobre el volante,
la bocina comienza a sonar continuamente,
a veces sale humo del motor,
entonces alguien grita que va a explotar,
en tanto gotea el aceite negro sobre el pavimento,
las luces permanecen encendidas,
pronto corre un detective,
si no un médico o cualquier curioso,
abre la puerta de golpe,
se desparrama el cadáver en un charco sangriento,
con los ojos abiertos,
y encuentran la bala que creían perdida,
hundida en un cuello o en el pecho infortunado.

El árbol de ahorcados
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

en noches tan imprecisas
retornan los fantasmas de otra humanidad
a corregir el mundo,
se dispersan entre las multitudes,
cercándolas con conspiraciones secretas,
planeadas miles de años en reuniones
jamás registradas,
cambian de repente el color del agua
y llenan los árboles con sogas en cada rama.

Evocación de una entrevista
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

estabas allí,
sentada a solas con él,
no se hablaban,
tenías la mirada perdida,
con tu rostro ligeramente volteado,
mientras él,
sentado justo frente a vos,
parecía cerrar los ojos,
cabizbajo,
como si la charla hubiera llegado a algún punto
en el que ninguno de los dos lograba un acuerdo,
entonces era el silencio
el que respondía a algún enojo,
pero estaba lejos de comprender
qué había sucedido,
bien podrías estar llorando por dentro,
con las ideas confundidas,
quizá buscando explicaciones,
re definiendo tus emociones,
siento no poder descifrar la situación
con una sola mirada,
llegué muy tarde y nunca estuve cerca.

Desayuno en Miami
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

aquella mañana nos sentamos enfrentados,
con nuestros amigos en derredor,
así la charla iba flotando sobre la mesa,
mientras tus ojos revelaban una excitación,
tus pies buscaban enlazarse con los míos,
ocultos de las miradas,
tus labios se acercaban al borde de una taza,
ascendía el aroma del café por tu rostro,
y luego inclinabas un poco la cabeza hacia atrás
para sonreír con alguna frase,
estuve siendo tan transparente para tu atracción,
transmitiéndote esa emoción incontrolable
que querías que te enloqueciera,
te estaba seduciendo sin proponérmelo,
con mi pensamiento perdido en otro país,
en otra mañana,
en el desayuno solitario de mi compañera,
en el bar de un hotel latino,
quizá buscando enredar mi nostalgia con la suya,
flotando sobre tantos pueblos y montañas.

El polvo
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Al barrer se alimenta una nube,
al sacudir un plumero se esparce
ese polen gris e infértil,
esa capa de tierra que es nómada,
es volátil,
o se eterniza entre las hojas de un libro,
cubre los zapatos,
se desliza entre las tejas del techo,
viaja a través del viento,
dormita en el fondo de los mares,
ese aliento promiscuo,
sigue a quien sea,
ingresa a las casas por la puerta,
acompaña los bolsillos del albañil,
forma una línea sobre la chimenea,
o se deposita en los relieves de una parte,
imperceptiblemente se posa sobre el alimento,
pero no se espanta con las moscas,
traza los pies de los frascos,
el contorno de los muebles,
recorre los circuitos del televisor,
cae entre las teclas de una calculadora,
se guarda con los secretos del cajón,
envejece junto a las reliquias del museo,
nubla los cristales del bus,
está en todas partes,
se desprende de las rocas,
acaricia las hojas de las plantas,
tan insignificante como es,
sin descripción aparente,
color a ceniza o a nieve,
o sin color,
visible ante un rayo de sol en una habitación opaca,
sin sabor,
ocupa una grieta en la lana,
el lado desnudo de una moneda,
está en todo lo que flota,
en lo quieto y tras una violenta explosión,
rodea tu ser a donde quiera que vayas,
espera que el tiempo fluya,
hasta conseguir instalarse en el hueco de tu cráneo.

Día rechazado
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Es un día tan oscuro,
pero la noche está lejos,
a cada lado todo se deshace,
nada te hace especial ni te va a salvar,
el corazón también se rompe,
si me preguntas cuánto va a durar,
quizá ya sea tarde para mí,
volvemos a repetir los mismo crímenes,
caemos sobre anteriores caídas,
sin oportunidad de éxito,
sin la fortuna de los héroes,
en un ayer que se invierte,
el hierro se hace piedra,
el sabor metálico de la sangre,
el dolor convertido en dolor,
y las manos de los muertos
que te levantan del suelo
para que no ingreses a su reino.

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