viernes, 15 de agosto de 2008

Ave que arde



Soy yo

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

soy yo, con un título sugestivo.
con la tendencia a desaparecer.
la gente suele decirme que escribo bien,
o que mi manera de ser es extraña.
las obsesiones nos llevan a sitios extraños.
es posible conocer a personas tan imposibles.
a veces una vida no es suficiente para encontrarnos.
ni podemos estar seguros de quién nos está buscando.
allí afuera está toda la gente diseñando una casualidad,
sólo es necesario que estés allí, en el futuro.
dependemos de ciclos que nos arrastran.
pasé las últimas noches viendo filmes.
mientras ellos están por allí divirtiéndose,
puedo ver historias que tienen belleza,
voy aprendiendo un poco más,
siendo aún joven e ingenuo.
cuando tenía cinco años me golpeé la cabeza,
paseábamos en bicicleta por la calle de la ciudad,
alguien abrió una puerta y caí contra el pavimento.
sucedió con ella lo que ya me temía,
comencé a enamorarme de algo indefinido.
cuando terminó la conversación, me sentí perdido,
no sabía a dónde irme, no sabía nada acerca de mí,
pensaba que sólo podía pertenecer a sus brazos.
encontré en sus ojos esa sensación olvidada.
supongo que todo esto es una locura sin sentido.
yo no soy bueno para las llamadas telefónicas,
creo que odio mi manera de hablar,
prefiero quedarme libre entre estas palabras.
tampoco escribo para impresionar a nadie.
tal vez, después de todo, no sea tan buena persona.
quizá no será necesario que me respondas,
aunque desconozco lo que sucede de ese lado.
pero voy a intentar alcanzar su corazón.

Un encuentro
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

En la escalera nos saludamos. Iba yo concentrado en preocupaciones, mientras ellos bajaban, sonriendo entre sí, abrazándose y colmándose de juegos afectuosos. Él exclamó mi nombre y me extendió la mano, emocionado por este encuentro inesperado. Ella se apoyaba en su hombro, tenía la mirada fresca. Nos preguntamos cómo nos estaba yendo, que el tiempo nos había alejado. Tuve que sonreír, me alegraba verlos. Son una pareja tan enamorada, ambos jóvenes, paseando entre grises escaparates. Pronto nos despedimos. Ellos fueron saltando escalones y riendo de inocente felicidad. Yo continué mi paso. Vi casualmente el incendio en el horno de una tienda de comida, el cocinero no se daba cuenta, de espaldas, concentrado en no sé qué. El fuego tocaba el techo, dejando unas marcas negras con forma de anillos.

Personajes sombríos
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Sus manos enguantadas están guardadas en los bolsillos,
quizá empuñando alguna arma,
o una pequeña botella,
se paran al lado de un árbol seco,
en medio de la avenida,
frente a un bar abandonado,
o se quedan sentado en el coche mal estacionado,
cubierto de polvo y a oscuras,
con agujeros de balas en los cristales;
observan distraídamente,
no parecen hablarse,
sus rancias ropas llevan marcas de barro y cortaduras de puñal,
no huelen bien y una pobre señora con cartera se asusta al encontrarlos,
son como espectros del insomnio,
sólo la noche los vuelve visibles,
yo los observo desde mi coche,
puesto a prudente distancia,
y, por si acaso,
llevo en un bolsillo una barra de hierro,
aún me queda sangre limpia para otra noche.

Ave que arde
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

La calma sepulcral se esparce en el vecindario,
el sol arde sobre los cascotes y
se destella en las arrugas de un río,
los árboles permanecen mudos y eternos,
un límpido cielo se abre sobre las sombras,
un silencio venenoso infecta el alambrado,
la sangre se tiñe de suspenso,
un viejo termina por caerse despierto
cuando el ave que vuela bajo se enreda
con el tendido eléctrico,
la calma se quiebra,
el cadáver se precipita a la cuneta,
quemado y humeante.

La pequeña pianista
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

La sala espera,
los pasos adelantan unos ecos en el escenario,
los murmullos comienzan a extinguirse,
la pequeña pianista brilla bajo las luces,
una tibia sonrisa pinta sus facciones,
en la oscuridad se estremecen los palmoteos,
pronto cesan,
la joven se dirige a su lugar,
toma asiento con suma precaución,
acomoda su falda,
arrima la silla en la distancia ideal,
posiciona los pies sobre cada pedal,
su mirada cae pesadamente en la hilera de teclas,
el cuello erguido asoma con suavidad,
la espalda permanece firme,
los dedos comienzan la canción en el aire,
la garganta es aclarada con cuidado,
se suelta una profunda aspiración,
la concentración es tejida con cinismo artístico,
vuela en derredor una tensión silenciosa,
que se rompe con la lluvia furiosa de la melodía,
pura inspiración invade la sala,
se inunda con el agua fresca de la música
y la asistencia se ahoga en sonoras delicias.

Un proceso cuidadoso
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Es un proceso cuidadoso,
las persianas están bajas,
la habitación en penumbras,
la cama arreglada,
empieza a sonar una cinta,
la melodía fluye quedamente entre sus cabellos,
las manos se rozan llenas de ansiedad,
crece el deseo a través de sus entrañas,
brilla en su mirada el delirio,
se desata el nudo de su vestido,
sus pies se desprenden de los zapatos,
yergue la espalda,
entonces se arroja desde el borde de la silla,
la cuerda se tensa.

Fabricación
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Hay un apetito que satisfacer,
una ira que fecundar,
una voraz necesidad de sincronizar con mecanismos artificiales,
ese descubrimiento de prosperidad,
esa ambición oculta en las venas de la naturaleza humana,
con sus medidas oscuras de pasión,
sus carreras de locuras repentinas,
la elegancia de una educación extirpada,
nada más la brutalidad de una personalidad,
con sus emociones extremas,
convertidas en el negocio explotable de la civilización,
rotulando la mediocridad con la escala de las mercancías,
abasteciendo a las calles con seres defectuosos,
capaces de separar el futuro de sus actos,
para desencadenar criminalidades
que no pudieron desarraigarse al ser concebidos.

Epitafio para un inédito
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Fue arrancado de la vida por la fatalidad como alguien que arranca con furia la hoja de un cuaderno que lo compromete con crímenes vergonzosos.

fatalidad puesta
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Nada te hace especial,
nada te hace distinto o mejor que nadie,
ninguna tormenta te permitirá cruzar el mar,
ningún accidente te dejará en pie,
las piedras van a chocar y caerás de las montañas,
muchos ahogados aparecerán en la playa,
también brotarán brazos entre los granizos,
el sendero será cada vez más largo,
la luz menor clara y el aire huirá de tus pulmones,
solamente estás vistiendo las ropas de un hombre muerto,
cuyas memorias fueron borradas desde su nacimiento.

¡Fraude!
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Yo soy un engaño
todo en mi persona es mentira
creía antes en mí
pero ahora no soy más que una farsa
todo lo que siento no existe
mis emociones son pura ilusión
esta vida es un sueño inútil
soy otra decepción más
deseo que me lleve la tormenta
que me arrastre la inundación
que todas estas malditas palabras
desaparezcan bajo los pies del fuego.

Nombre
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Cruzabas la calle como en un sueño
pero los bocinazos te arrojaron a la vereda,
te metiste en cualquier tienda,
era la hora de cerrar,
no habían monedas para tus bolsillos,
nunca tuviste zapatos nuevos
y el frío de la noche conoció tu rostro,
fuiste por aquellos callejones deprimentes,
aunque te regalaron una botella
jamás aprendiste a beber,
todos esos personajes en tu camino
creen que todo se puede robar,
te buscaste una esquina libre de basura
un periódico para el banco
un remiendo para tu fe
no sabías que te apresuraste
asaltaste tu propia ingenuidad
olvidaste tu único nombre.

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