jueves, 14 de agosto de 2014

Supongamos Tex Avery



“Y acabó Dios en el día séptimo su obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho” - Reina Valera (1909)

Supongamos Tex Avery, creó el universo de Looney Tunes.
Es domingo, día de descanso.
Uno se puede levantar tarde de la cama.
Tomarse el tiempo para preparar el almuerzo, para las 14:00, las 15:00.
En alguna parte del mundo, Pato Lucas empieza: “Tex Avery, que estás en tu casa, santificado sea tu reino…”
Bugs Bunny, recita: “Tex Avery, que estás en tu casa, santificado sea tu reino…”
Droopy dice: “Tex Avery, que estás en tu casa, santificado sea tu reino…”
Porky Pig: “Tex Avery, que estás en tu casa, santificado sea tu reino…”
Screwball Squirrel: “Tex Avery, que estás en tu casa, santificado sea tu reino…”
Chilly Willy: “Tex Avery, que estás en tu casa, santificado sea tu reino…”
Hay misa en Looney Tunes, alrededor de todo el planeta animado. Y no son 6 ni 60 personajes, son 1.200 millones de ellos, recitando y repitiendo todos al mismo tiempo: “Tex Avery, que estás en tu casa, santificado sea tu reino…”
Supongamos, Tex Avery todo lo ve, todo lo sabe, conoce a cada uno de los personajes que creó, los creo a su semejanza, dándoles rasgos de su personalidad, su propia voz.
Y les dijo que podían hablar con él, en cualquier momento, todo el tiempo, con solo recitar, mecánicamente de memoria, una oración que dice así: “Tex Avery, que estás en tu casa, santificado sea tu reino…”
Y Tex Avery, todopoderoso, sabe de sus reclamos, sabe lo que necesitan, sabe el futuro que les depara… y tiene jaqueca por mil millones de voces repicando al unísono siempre lo mismo.
Si uno fuera Tex Avery, obviamente le bajaría el volumen a mudo a tantas oraciones sicológicas, pondría algún disco de Herb Alpert, y se pondría a sazonar la comida, disfrutando tranquilamente del día.
Más aún, considerando que Tex Avery está retirado, y que tanto recitado es aburrido y desesperante, se podría olvidar de retomar ese volumen tan predecible.
Tocan el timbre: son William Hanna y Joseph Barbera, con un tinto.
Sí, ya lo saben, también: Tom siempre va pedir que una fuerza divina le permita atrapar a Jerry; mientras Jerry va a rezar para que esa fuerza le libre siempre de Tom.
Generalmente, Jerry va a zafar de Tom, y va creer que le bendicen desde arriba. Y, posiblemente, Tom podría pensar que está pagando por pecados felinos.
Los cerditos siempre van a pedir que el lobo no los atrape. El lobo siempre va a pedir que Caperucita se convierta en su almuerzo.
Elmer va a rezar a diario para que el Pato Lucas caiga en sus trampas; el Pato Lucas quizá no rece, pero si está en un riesgo terrible ante la escopeta de Elmer… podría rezar.
Y siempre, personajes que se creen buenos, personajes que no saben que son malos, siempre van a pedir lo que les conviene, para satisfacer sus necesidades.
¿Cuál es el sentido de una caricatura? ¿De dónde viene? ¿A dónde va? ¿Qué pasa cuando muere  (si es que muere)? ¿Cómo adquiere conciencia?
Tex Avery está muy ocupado para responder, comiendo tostadas, y riendo con Chuck Jones, que llegó hace un rato. Walt Disney está afuera, fumando, y mirando la costa.
Mientras tanto, Bugs Bunny sabe que puede hacer todas las travesuras que se le plazcan, y al final puede pedir perdón a Tex Avery, y estar en paz consigo mismo, en su madriguera.
Droopy vive despreocupado. Sabe que va ir, como premio por su conducta, a un paraíso celestial, donde podrá aullar eternamente junto a perritas angelicales.
Pero Screwball Squirrel… no se ha portado bien. Presumiblemente debería ir al infierno. Por sus bromas, la ardilla está condenada a un mundo siniestro en llamas, de torturas y sufrimiento sinfín, sin posibilidad alguna de misericordia ni piedad. Fuego eterno.

***
Y está la franja de Pixar, acorralada y bombardeada por Disney.
Disneylandia es la tierra prometida.