sábado, 30 de agosto de 2008

El cuervo disecado



Juicio Final

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Pereciendo entre profundas pesadillas,
llega a mi mente tu dulce rostro,
no se disipa el dolor inquisidor en mi pecho,
mi mirada entre mis manos temblorosas
buscan en el oscuro vacío todo tu resplandor,
más el frío atrapante de la ventana me llama
hacia fétidos olores de una ciudad muerta,
es así que contemplo el terrible perjuicio:
una sangrante herida a mitad del pavimento,
que desprende azufre del ardiente purgatorio,
en tanto, deformes mensajeros del mal
sobrevuelan entre los edificios derretidos,
sembrando iniquidades entre los débiles,
desgastando la fe de los más sabios,
punzando a los pecadores en el ojo del alma
con sus horquillas oxidadas de tentaciones...
ese viento perturbador que llega a mi cuarto,
ya no acostumbro mirar más allá,
ya no, hace tiempo dejé a la humanidad,
se murió también mi interés por lo demás.

El escarabajo
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Nada sucede en este necio corazón,
una frágil melodía se desprende del piano de antaño
y el salón se va llenando de melancolía;
ella suele aparecer entonces en visiones febriles,
su imagen es irrecuperable y cada vez se aleja,
el vacío o la locura están cerca,
así, los leves recuerdos se oxidan por los bordes;
la música ha cesado de la imaginación desdichada,
ahora un rumor suave acude en esta vasta soledad,
un misterioso rasguido se apodera del dormitorio,
un creciente crujido de maderas nobles,
escucho ese quedo e infinito susurro destructivo,
que avanza a través del mueble pálido
donde estoy reposando la cabeza, quieto;
el ruido pareciera infiltrarse en mi mente,
roerme cada ínfimo pensamiento
y devorarme cada remota ilusión guardada.

Suicidio
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

La lluvia negra se desata
repentinamente,
nebulosas endemoniadas se arremolinan
en medio de la noche,
el abominable firmamento se desgarra las venas
con el filo zumbante de mil relámpagos,
y sangrientos borbotones
salpican desde las alturas;
las calles,
pálidas y confusas,
se mecen
por la tempestad de desdichas;
en todas las casas de una ciudad
se oyen, entonces,
disparos escandalosos...
nada más,
sólo el persistente murmullo
de la lluvia amansándose
queda flotando,
mientras,
caudalosas riadas recorren las avenidas,
arrastrando bolsas negras,
que se ahogan en lóbregos alcantarillados,
a las sombras
de una frustrante madrugada.

La marejada
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

nubes demenciales
acechan el cielo perfecto,
una penumbra se arrastra lentamente,
consumiendo campos y ciudades,
el atardecer se fragmenta,
la claridad se torna tragedia,
un crepúsculo homicida:
el mar se alza
como una torre devastadora
y amenaza desplomarse
muy pronto.

El cuervo disecado
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Un cuervo disecado
permanece perdido en el desván,
sus negras plumas se camuflan entre las sombras,
aunque su terrorífica mirada brilla
en la oscuridad
como un castigo cruel;
el desorden rodea su fijo cadáver,
inútiles inventos
o fracasadas maquinarias
flotan en su entorno,
barnizados por el polvo erosivo;
la porte del ave emerge
en el centro del caos,
y su soberbia postura provoca
alucinaciones temerosas,
sus garras no se deslucen por la antigüedad,
en tanto su pico pareciera listo
para desplomar la casa
con un gran graznido,
el bello animal se apodera de todo en su soledad
...es curioso que no haya ratas en el desván.

Huida insuficiente
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

empecé a abandonar a mis amistades,
antes de que me abandonen a mí,
arranque las hojas en blanco de mi diario,
eliminé mi futuro,
también destruí todo lo escrito,
tampoco quiero acordarme de nada,
reuní mi equipaje y lo incendié,
no pretendo viajar,
todas las cartas que recibí
y jamás envié
flotan en un río,
se terminó la magia,
he decidido renunciar a quien soy,
busco todos los rastros de mi existencia
para borrarlos,
mis amores y odios están siendo sepultados bajo las rocas,
mis locuras son atrapadas en bolsas
para ser pisoteadas,
todas mis palabras se desintegran en un frasco ácido,
no son tantos los pasos para desaparecer completamente,
pero he fallado al empezar tarde.

Carnicería aérea
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

el universo en fuga,
o una mano temblorosa
que vuelca una taza de café,
cuando veo los campos desolados por la sequía,
los surcos de los arados
permanecen tan solitarios,
secuestrados por un mar de rumores imperceptibles,
solamente florecen las plumas ensangrentadas
de una bandada de palomas,
que en el cielo están siendo
masacradas
por buitres endemoniados.

Tormenta tras el concierto
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la noche se desata en la ciudad
con una tormenta estruendosa,
el público de un concierto se aleja,
las luces ya se apagaron
y solamente quedan algunos silbidos,
unos pocos todavía saltan
sobre los charcos embarrados,
en un instante la multitud eufórica
se llena de vacíos,
desaparece a todas partes
dejando a la solitaria lluvia,
que con sus raudales se lleva
latas de aluminio,
colillas de cigarrillos,
se lava el sitio del humo,
del estupor y
del amor improvisado,
el infinito murmullo de la inclemencia
es lo que queda.

Paseo de medianoche
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

se empañan los vidrios del bus,
afuera la llovizna reina en la ciudad,
se distorsionan las luces a través del cristal,
erráticas figuras se apresuran a subir,
sus mojadas cabezas saltan por la puerta;
el chirrido del limpia parabrisas resuena,
desentona el susurro de la tempestad,
una fresca brisa se cuela en algún lado,
al fondo alguien habla
del sombrío futuro.

Confesión irónica
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

todas las cosas que dije antes
son puras mentiras,
como ves,
he aprendido a mentir,
ahora ya sé hacer algunas cosas
que todos hacen,
mis palabras han perdido sentido,
hasta mis promesas más firmes
carecen de valor,
qué pobres han quedado
todos ustedes,
lo peor de todo es que también
sé ironizar,
así que me podría estar burlando
en este instante.

viernes, 29 de agosto de 2008

El ideal



El ideal

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

me gustaría ser una persona más intensa,
tener una presencia radiante,
estremecer las hebras del corazón con apenas una mirada,
dispersar una sensación irresistible de deseo donde sea que vaya,
provocar suspiros y sueños atrevidos,
ser pura pasión,
tan definitivo,
relucir en mis palabras ideas impresionantes y sabias,
confundir el alma ajena,
tener una astucia diabólica,
una perspicacia fina,
poseer un talento persuasivo tan sutil,
pero sin llegar a lo hipócrita,
engalanado por un gran toque de diplomacia,
quisiera ser tan profundo,
la angustia de unos ojos,
la desesperación de un corazón,
demostrar un perfil de caballerosidad,
con destellos de nobleza única,
podría tener además una soberbia ingeniosa,
para desenmascarar con maestría a los farsantes,
con un humor agudo,
junto con una sonrisa que consiga desfallecer a una amada,
un derroche de dignidad,
de dulzura y empatía ideales.

Escritores suicidas
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Todas esas tiernas palabras que salen del corazón,
esas bellas arquitecturas de prosa y verso
que cada noche se construyen en torno a musas,
las exploraciones del sentir humano dulcemente esbozadas,
todo ello puede degenerarse y convertirse en depravación,
las miradas enamoradas ya no vienen de mágicos poetas
si no de sátiros y desgraciados escritores,
despiden sus plumas plenos deseos de violencia roja,
la brutalidad se agazapa detrás de cada expresión,
el mundo poco a poco se nubla, se aleja de la vista,
entonces el universo se queda reducido para uno solo,
largas rejas se levantan oxidadas por una soberbia rapaz,
que amenaza con destruir a las cosas miserables,
bah, todos los malditos sentimientos se rebelan
y el final de la escalera no puede ser mejor
...pero hoy estoy alegre,
entonces te digo lo que quiero decir.

jueves, 28 de agosto de 2008

Banda sonora para los crímenes



Banda sonora para los crímenes

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

he vuelto a escribir en invierno,
puedo abrir las ventanas al frío,
encontrar las palabras temporales,
desenfundar el arma en mi mente,
estar acá un momento secreto,
sentir el viento y sus crímenes,
...por fortuna, llegó esta temporada.

Pedidos de Armagedón
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la cortina de la pesadumbre
se posa en los huesos,
no hay nada más extraño que
descubrir en mis ojos,
ni temo ahogarme en esa oscuridad de
los tiempos futuros,
de donde todos saldremos gravemente heridos
como por arte de magia terrible,
o adversa al sueño,
nada queda por destruir,
la belleza ha sido borrada,
es una pradera errada,
un camino sin bordes,
muchas de las cosas más
sucias pueblan el país del aire,
hasta los deseos reprimidos,
ideales frustrados
regresan hasta este rincón
y se suicidan.

Un soldado abandonado por su ejército en medio de la selva
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

luces desgarradas se anidan
detrás de los párpados,
cuando se cierran los ojos atormentan
a la mirada escondida,
es un espacio de locura insignificante,
pero crece como la gangrena
en una pierna apuñalada,
va mordiendo la carne gris,
las venas se marchitan debajo de la piel,
la sangre se torna densa
y espumosa, desaparece;
moscardones pervertidos huelen la fetidez;
destellos frágiles se apoderan
del mundo moribundo,
caen tus ánimos entre las fosas comunes,
la hierba mala no es vulnerable,
es maligna,
absorberá tu cadáver
en su quietud vegetal.

***
—¿Bien caliente el café?
—Caliente como una menina.
—Como para quedarse sin pelos.

Hotel Parador
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

A tanta distancia del mundo maldito
llega la helada mañana este día,
se deposita en mi alma
y brotan de ella
los vapores deformes
de perversidades,
veo en derredor todas las sillas desiertas;
al lado de una carretera fría,
solitarios viajeros anónimos hurgan
en el horizonte
rumbos hipotéticos,
comienzos interminables
a partir de desventuras,
o lo que yo creo,
fotografías
de un largo huir.

Mississippi 1923
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Arde en llamas el río de lodo,
las hojas de los camalotes se deshacen,
una humareda negra se tuerce
a través de ramajes resecados,
todo el pantano se tiñe de fuego,
un suave brillo flota sobre las aguas quemadas,
la bruma se acumula tan bajo,
bordeando a tambaleantes árboles,
el incendio se filtra en los pechos
de los fugitivos
y se consumen sus corazones fríos
en aquella noche de hedionda psicosis.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Poemas perdedores



Poemas perdedores

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

las premoniciones de un drástico destino,
la sucesión de días olvidables,
la falsa señal en la ruta deslumbrada,
como un ciego perro guía,
o un augur pesimista,
el peso del fastidio,
hasta el desaliento tempranero,
me inspiran a deshacerme de mis cadáveres,
a sepultar lagos dentro de automóviles,
a esconder huesos en sacos de piel,
caigo en el error,
desisto de mis ambiciones
y certezas visionarias,
presento mis venas a tu veneno,
inyéctame el licor del fingido amor,
dame las drogas de tu piel,
intoxícame con tus caricias obscenas,
vierte en mí la lubricante ponzoña del delirio,
la enajenación
y la más sádica de las obsesiones existentes.

Intencionales
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

deseo muchas cosas,
hay escaleras cruzadas en todas partes,
llenas de deseos,
que conducen a laberínticas habitaciones,
conducen hacia dentro de las frutas,
o fuera de la mirada divina,
eso deseo,
extender mi listado de peticiones,
secuestrarme
y exigir que se cumplan mis intenciones,
o comenzaré a ser cruel conmigo mismo,
deseo,
para empezar,
tener amantes de doce años de edad,
deseo ser Rod Stewart,
para conocer únicamente a rubias,
deseo ser la roja velocidad,
chocar contra mis pies,
caer desde Saturno,
deseo un pisapapeles de oro puro,
un concierto de almas en pena,
deseo una ciudad de cristal,
y que se agite,
y que caiga la nieve,
deseo una ola gigante,
una medicina,
glicerina,
dos gotas de perfume en tu cuello,
una hora en la luna,
o un bisturí,
también una mesa para dos en Tenerife,
y deseo que estés allí.

Hachas liberadoras
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Los hacheros marchan hacia el bosque,
el negro bosque
cubierto por
un cielo abominable,
con la llovizna sangrando
sobre el filo de las herramientas,
van los miserables hacheros
con su paso asaltando charcos,
tristes y miserables,
con sus corazones desgarrados,
bebiendo del trago amargo,
tratando que la espesura
los oculte de sus recuerdos,
ese odioso sabor del pasado que
sus ojos encuentran en cualquier lado,
los malditos árboles están allí parados,
van a desolarnos,
destrozar sus nervios,
descuartizar sus venas,
liberar sus piernas.

Desconsuelo
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

envidio las vidas ajenas,
quisiera todas las penas para mí,
la amargura,
ese desconsuelo,
porque trato de contestarme,
encontrar ese misterio,
traspasar la mirada,
sin llegar a nada;
ser feliz es demasiado arriesgado,
sin embargo estás aquí,
silenciosamente,
sentada a mi lado toda la noche,
tu codo me roza,
no nos espera ningún sitio en el futuro,
sólo estamos en esta ocasión equivocada;
de todas formas,
el amor me va a destruir,
podés irte.

martes, 26 de agosto de 2008

Colección de demencias

Colección de demencias
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

tengo una aventura con una joven,
estamos precipitándonos.
nos conocemos,
nos amamos,
nos engañamos,
nos morimos.
estalla una rueda del coche,
la ruta no puede contenernos.
estrenas un vestido nuevo,
durante la fiesta más grotesca.
suena el teléfono en la casa abandonada.
la ceremonia termina sin luces.
tengo malos recuerdos.

El pájaro y el oso
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

el pájaro no sabe que es pájaro,
así como el oso desconoce que es oso.
deberíamos estar confundidos
cuando vamos recorriendo momentos.
no saber definir lo que sucede dentro de nosotros.
comenzar a ser invadidos por una angustia extraña.
un sentimiento intruso,
inesperado,
que nos embosca en cualquier distracción,
tristeza
o felicidad,
llanto
o risa.
no sabemos cuán felices estamos siendo.
no conocemos el mapa.
las migajas de dolor que nos engañan.
nadie está preparado para lo que vendrá,
para un billete de lotería
o un choque de autos.

Las ratas
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la otra noche las ratas en el techo me despertaron,
estaban mordisqueando a su víctima,
su bocado,
un trozo de algo robado,
se oían los ruidos en el tejado con angustiante violencia,
ya no pude dormir,
hubiera deseado una tormenta
que repentinamente llegase a este sitio
y barriese a todas las miserables alimañas
que salen por las noches,
que hacen daño al sueño para sus provechos sádicos,
muchas veces me quedé despierto hasta tarde,
es un buen momento,
es puro el silencio,
por un rato el mundo parece detenido para coronarte,
elevarte sobre los huesos agonizantes,
para poco después crear traidores a tus espaldas,
que crecen junto al sol con sus puñaladas asesinas,
así termina tu breve e inútil reinado,
el día es nuevo y las ratas regresan a sus agujeros.

Los fantasmas
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

se repiten las apariciones,
hay noches de espanto,
por las ventanas vienen,
se quedan mirando,
sus ojos están vacíos,
sus cabezas apretadas,
esas voces que emiten
y que nadie puede escuchar,
tiemblan los vidrios,
los tejados parecen resbalar del techo,
donde sea que mire es tan oscuro,
la puerta se abre,
entra el viento,
escalofríos llenan la habitación,
es una situación incómoda.

Liliputienses inmorales
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

largos y agónicos suspiros
se desprenden en el aire,
en un campo de cíclopes derribados,
los jadeos de tristeza
nos agobian,
vamos empequeñeciendo
dentro de nuestras almas,
va muriendo este planeta,
su piel empalidece
como la sombra de una nube que pasa,
se desangra fuera de este cielo,
pero los millares de sogas no se desatan,
siguen apresando los brazos y senos,
sellando su rigor en la piel,
los ojos cerrados, apretados,
deseando en plegarias aberrantes
que se torne la vasta tormenta,
que inunde las montañas
durante cuatrocientos años,
y el diluvio nos redimirá de estos espíritus,
vagando en los confines
de elefantales nebulosas de destierro.

lunes, 25 de agosto de 2008

Los hechos paralelos

Locura matinal
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

que clase de personajes asoman por mis ojos,
de qué color son,
cuáles son sus intenciones,
las preguntas son lo de menos,
llegan los brillos del primer sol,
casi ciego todavía,
se desperezan los tejados,
los gatos huyen a sus rincones,
mientras las caras se acumulan,
pasan,
fugaces,
apenas olvidables,
dentro de coches oscuros
o cerrados,
pero caras horribles,
aún somnolientas,
delante del volante,
tratando de sonreír el chiste matutino,
las noticias aterrizan en las esquinas,
todo se abre,
todo se acumula,
se trata de ir acumulándolo todo,
o si no pierdes.

Un encuentro desairado
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la estúpida vida de las personas termina por esparcirse en las calles,
donde el frío dejó apenas un aliento moribundo,
confiscaban al pensamiento los encantos desanimados del mundo,
una porción de pavimento que desaparecía bajo los pies,
en el centro de una autopista cercenada por buses y camionetas,
el reflejo lejano de un supermercado apagado,
o la palidez de una iglesia en un día distinto al domingo,
se centraba la languidez del oído a recobrar susurros,
más el atrevimiento condujo al encuentro de una joven estudiante,
los ojos del más solitario despertaron ultrajados por el roce,
pues su triste belleza era capaz de desgarrar con un suspiro,
mientras su mirada perdida alentaba pasiones desordenadas,
qué exquisita sensación reproducía la mente a partir de sus labios,
qué insensatez principiaba un imperceptible lunar en una comisura,
la piel de nívea pintura y sus cabellos de castaña claridad
daban cuenta de juventud tan nueva, de frescura y pureza,
todo el cuadro voluptuoso fue pintado en un instante,
se aseguraba la observación de no fugar detalle,
animábase por poco el espíritu en entregarle palabra,
cuando los vitrales de las veredas crujieron con fragor,
se envenenó el aire de polvo y fuegos,
y el edificio empezaba a desmoronarse en fragmentos devastadores.

Los hechos paralelos
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

cada paso que damos lo hace también un pie
ajeno a nuestras preocupaciones,
si nos preocupamos,
los demás actores sencillamente ensayan sus piezas
en otras habitaciones del teatro,
pero los sucesos no se detienen,
crecen y chocan,
se enarbolan en astas sin banderas,
bajo cráneos de vacas degolladas,
van caminando frente a la casa,
paralelamente,
repartiéndose por el mundo
como periódicos de lo cotidiano,
lo que es desconocido,
no sabemos,
quizá nunca sepamos,
o dentro de mil años puedan abrir la botella
y encontrar la salida.

Los relámpagos
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

los relámpagos caen,
saltan desde una cumbre,
se despedazan contra los árboles,
o los brazos de algún pescador,
con su furia de fuego,
arrasan ganados,
si desean,
caen en donde se les antoje,
quizá en una pipa,
tal vez en un piercing de ombligo
o en el botón "mute" del control remoto,
así que las cosas deben estar bien calculadas,
habrá que cambiar de canal
si la programación no convence,
habrá que fumarse el tabaco
si se abandonó el vicio
y lamer ese ombligo,
si la situación es comprometedora e ilegal.

Caminar
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

mantener el equilibrio sobre la avalancha más salvaje
o la estampida de los rinocerontes,
arrojarse al precipicio desde el último vagón del tren,
escapar apenas de la seducción de espías rusas,
llenarse cada vez de emociones más fuertes e inesperadas,
vivir constantemente en peligro,
tener amistades en los círculos más peligrosos del poder,
asaltar un banco rural a cara descubierta,
traficar automóviles lujosos
y corromper a la hija de un eclesiástico,
conseguir todos los placeres errados,
embriagarse de corrupción moral,
o realizar una caminata liviana
por el centro del pueblo.

sábado, 23 de agosto de 2008

noche y dia

La noche
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la noche no devolverá los sueños perdidos,
cada habitación quedará desolada,
flotando sin sentido en océanos universales,
las puertas estarán cerradas,
la oscuridad sellará todas las ventanas,
ninguna grieta quedará libre,
el silencio no contestará preguntas:
¿quién soy?,
nunca estuviste aquí,
¿qué hago en este lugar?,
este lugar jamás existió,
¿a dónde vamos?,
no hay ningún rumbo.

El día
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la mañana despierta con amor en algunas camas,
mientras el pan horneado
puede olerse
en el vecindario,
algunos ya están
barriendo veredas
o terminando la guardia
en farmacias,
los conductores empiezan
a manejar durante el crepúsculo,
en los mercados
ya canta el gallo
y vuelan periódicos
hacia las puertas,
llega el día.

El inevitable estremecimiento sombrío

Segundas intenciones
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

todo consiste en que me leas,
que creas comprenderme a través de cada línea,
parece sencillo,
mi alma parece notarse a simple vista,
abierta como la puerta de una despensa,
de donde podrías sacar las mejores cosas,
incluso podrías ir al fondo de la tienda,
buscar huellas,
intentar descubrir esas maléficas sombras
que creías ver detrás de los cristales,
a veces es tan fácil atraer a las presas
hacia las trampas más peligrosas.

Crudeza
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

aquella niña tiene los ojos enamorados,
parece flotar encima de la arena,
los charcos y los gatos atropellados,
el olor de la autopista no le pica en la nariz,
las luces fuertes ni los bocinazos histéricos crispan a su alma,
se presiente a la distancia,
su corazoncillo está embebido de una nueva sustancia,
la locura del primer amor,
la droga que vuela como mosquito sobre una vena,
así cualquier canción dulce parece un poema de su fantasía,
palabras enternecedoras que se recitan a su oído,
por animales fantasmales que rondan en la curva de la muerte,
pobre niña,
qué desdicha te empieza a deslucir tu juventud,
el veneno del querer inútil te muerde la piel,
ese aprecio hacia seres violentos,
hacia hipócritas rostros de decadencia,
que se aprovecharán de tu inocencia,
descenderán desde sus autos y te llevarán lejos,
al país del dolor y la mancha del mal recuerdo.

Una invitación a pasar la tarde
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Querida mía:
Me encanta tu idea,
a mí también me agrada el atardecer en la playa.
Muchas veces me quedo en mi cuarto,
sin descorrer las cortinas
y llega desde el mar el murmullo del oleaje,
mientras las franjas anaranjadas del día cruzan mi oscuridad.
A veces la vista se me desprende hacia un panorama ardiente,
veo el horizonte fundido en el rojo vivo del mar fragmentado,
innumerables vidrios de agua brillante,
que palpitan.
Y así,
mi querida,
me llega la melancolía,
la invalidez de mi espíritu,
un desconsuelo infinito que me atraviesa el pecho
con un puñal de fuego.

El inevitable estremecimiento sombrío
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

No me olvides,
apaga la radio,
déjame anidarme entre tus brazos,
ya conozco la traición,
pero no importa,
nunca importó,
ya habrá tiempo de llorar,
de sufrir por dentro con el dolor de balazos invisibles,
tu mirada cae pesada al suelo,
no existe nada que buscar,
ha quedado vacío el rincón de siempre,
secaron el lago,
capturaron a los cisnes y los degollaron,
removieron las rocas,
derrumbaron los árboles y quemaron el pastizal,
se fue nuestro lugar común,
solamente queda ese cielo,
que ahora está tristemente oscurecido,
las flores en tu pelo se deshojaron,
tu maquillaje se deshizo sobre tus mejillas lloradas,
apenas un aroma frágil se desprende de tu vestido,
y con eso me conformo,
me quedo atado a vos para siempre.

Pecadores
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

yo soy el que te seduce inexplicablemente
el que es capaz de arrancarte de los brazos
del amor de tu vida
te tiento y me tientas
me llegas a bautizar bajo el nombre del pecado
me obligas a convertirte en un amante fiel
me engañas con tu novio
que no sabe de nuestras travesuras;
al borde de tus ojos brilla una lascivia
pruebo tus besos prohibidos, ajenos,
es una delicia esto que cometemos juntos,
te hago feliz a mi manera,
estamos condenados, mi amor;
chocan nuestros infiernos
y nos convertimos
en diablillos terribles.

La belleza no tiene por qué
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

todo está bien,
me siento tan maravilloso,
la lluvia cae lentamente,
que parece descender flotando,
y es hermoso,
es irresistible mirar por la ventana,
estallar de emoción,
sentirse rodeado de una paz inmensa,
mientras el florero se rompe lentamente,
las flores se derrumban con suavidad,
se llena la habitación de pétalos,
entonces mi alma reboza de entusiasmo,
la felicidad no parece lejana,
el instante en que suena el disparo,
miro en derredor,
todo gira con lentitud apacible,
ya no tengo miedo,
cuando se desploma la vida
al final de la vida,
no importa,
me siento tan afortunado,
que quisiera llorar como un niño.

Jolgorio en el barrio
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

cerraron la calle,
pusieron los altoparlantes,
las banderillas de colores
colgaban de los balcones y tejados,
alguien se paro sobre una silla,
los jóvenes se mezclaron,
el baile apretado,
la música estridente,
la festividad candente,
el vecindario se divertía,
se excedía,
los vasos chocaban,
desbordaban burbujeantes,
alguien gritó pero nadie le hizo caso,
las patrullas atropellaron el cordón de tambores,
los agentes apuntaban con rigidez detrás de sus puertas,
cerré la ventana y me acosté para tratar de dormir.

viernes, 22 de agosto de 2008

El día de la verdad

La película
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

innumerables instantes pasajeros regresan en esta medianoche,
desde cualquier fecha de la historia o lugar del mundo,
se desvanecen ante la fría mirada de un fantasma
que se quedó atado a la crueldad de su celda,
a su mente llena de escalofríos y perturbaciones,
en esa danza de recuerdos ajenos, inapropiados,
ni un murmullo deja mostrarse en desnudez,
si no que un vapor acre flota en el aire,
no existe reacción alguna,
la vida se ha ido.

Exorcizando demonios
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

hay días en que me ataca el mundo en los ojos,
los pequeños y secretos detalles se agigantan,
me atrapan como paredes y torres,
ahogan mis sentidos con ríos de valores,
los mudos objetos me gritan de repente
porque descubren que puedo escucharlos;
hay otros días en que nada logra perturbarme,
esta vez porque estoy dentro de un barco,
en una cubeta llena hasta el mismo borde,
azotado por ideas que chocan en mi cráneo,
un mar precipitado de pensamientos ardientes;
así como el ciego consigue que su oído vea,
la pluma es el exorcismo de mi expresión,
la invisible fisura de una represa explosiva.

Enjambre
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

el cielo de esta ciudad se quiebra,
se llena de helicópteros oscuros,
el aire se estremece,
el ruido de los motores llueve,
un viento extraño se desparrama en las calles,
se llena el cielo de naves misteriosas,
traen su rumor terrorífico,
siembran el pánico en los corazones,
no existe escapatoria,
ellos pueden estar en donde quieran,
verlo todo en un instante,
pero están arriba,
tan quietos,
apenas balanceándose,
con las miradas oscuras detrás del cristal,
quizá algo suceda.

Incendiar a la humanidad
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la humanidad es fea,
con sus rostros deformes,
sus cuerpos desfigurados,
con brazos,
a veces,
o piernas,
a veces,
que cuelgan de sus troncos,
sus miradas son tan desconcertantes,
y emiten al hablar unos ruidos ofensivos,
mientras sus patéticas cabezas se llenan de pelos absurdos,
y su piel esta ataviada por vestidos artificiales,
son tan inútiles para soportar el frío o las sequías,
no tienen garras,
ni respiran bajo el agua,
son seres parasitarios,
arrasan comunidades,
incendian hábitats,
masacran todo su derredor.
#
ojalá pudiera coger un galón de combustible,
incendiar a la humanidad,
quemar sus casas,
sus libros e inventos,
erradicar la enfermedad urbana.
un gran humo azul se elevaría sobre las nubes,
así, al caer la nueva lluvia,
se lavaría este planeta de tanta hediondez,
y de las cenizas brotarían flores.

El día de la verdad
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

en las sienes brotan los agujeros humeantes,
como cuernos de furia,
de una ira personal,
todos los balazos parecen volver a esta cabeza,
a vaciar los cargadores,
a volar todas las bases de una mente perjudicial,
desprenderse del aire,
bajar por las noches hasta el suelo empapado,
de llantos,
de risas,
penas
o angustias enfermizas.
la vida es una mierda,
no es nada nuevo,
ya se ha dicho y se volverá a vivir,
todas esas personas que caen desde cualquier útero
y posan para las fotografías de estos ojos malignos,
en esas inmóviles filas en las cajas de supermercados,
ante los cielos hinchados de nubes calientes,
o en un pasillo entre el muelle y el barco extranjero;
es buen momento para odiar,
despreciar,
sentir asco hacia todo lo personal,
carecer de sentido propio,
desabotonarse la piel y tumbarse en el fango,
revolcarse sobre botellas rotas,
alimentar a las moscas venenosas...

Decapitaciones
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Todos estos fragmentos de palabras,
que son como trozos de espejos,
donde miles de ojos se ven reflejados,
se presienten incompletos,
como si faltara más,
que el cuerpo estuviera extraviado en algún momento,
olvidado en alguna selva,
entre moscas y bestias,
muriendo bajo el sol y la lluvia,
desapareciendo bajo la hierba,
con ese olor fuerte,
esas náuseas en el aire,
te dan ganas de buscar la linterna,
e internarte en el follaje,
correr durante la noche,
entre arroyos y rocas venenosas,
para comprender mejor,
para saber dónde caben tus pies y dónde tus hombros,
quizá el sepulturero te lo pueda explicar mejor.

Puertas traseras
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Golpean las puertas traseras,
quizá con una pala o con un rastrillo,
mientras miran la foto de sus hijos con el uniforme del ejército,
eran tiempos hermosos,
podías ser rubio en cualquier hospital,
no te preguntaban por tu forma de hablar,
y ahora que abres las puertas te cortan los ojos,
queman los muebles y la alfombra,
la casa se derrite entre cenizas duraderas,
pero antes fue hermoso,
chocabas la copa contra la botella,
los perros engordaban bajo la mesa,
las calles sostenían al sol durante la noche,
no había qué temer,
nada asustaba.

jueves, 21 de agosto de 2008

Una pared rota

Una pared rota
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Una pared rota flamea inmóvil
a mitad del sendero abandonado,
el viejo camino al lugar maligno.
Un amargo sabor nace en la garganta,
alucinaciones nuevas nublan la vista,
cuando el precipicio de los terrores
anuncia su cercanía con un vaho,
alrededor el silencio asfixia,
la hierba marchita se extiende
sobre la roca plomiza.
Una empalizada
de rancios troncos,
despedazada,
pretende detener a los visitantes,
fantasmas de muerta mirada.

Parásitos
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Las tablas del piso se remueven tibiamente,
las cabezas de los clavos repiquetean,
un temblor infesta a los pocos muebles,
la tinta se vuelca sobre hojas blancas,
el oscuro hilo de pintura se desborda,
cae al pie del escritorio desteñido.
Hace días que las cosas están mal,
muchos ruidos extraños se oyen,
uñas que rascan la madera,
o gruñidos de un ácido tormento,
algunas tablas ya se salieron de lugar,
y se sacuden sobre huecos indescifrables,
incluso tiritan los cristales de las ventanas,
podrían estallar en cualquier momento.
Supongo que es hora de decidirse,
de arreglar esta situación de la mejor manera,
tomaré el hacha con que doblego a la leña,
abriré la puerta que conduce al sótano
y me enfrentaré a las bestias ocultas.

Gomorra
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Me despido de la ciudad en silencio sepulcral,
mi frente contra el cristal, mi pena fortuita,
hasta mi triste mirada sin sentido alguno
se van alejando de aquel trágico rincón.
Fugazmente avanza el bus hacia las afueras,
brotando del profundo pozo por una carretera
que se va deshilando de las sombras edilicias,
un gigantesco fantasma sobreprotector vuela
con su manto gris sobre aquella miserable metrópolis,
donde dejo algunos recuerdos dolorosos,
y manos invisibles, sin formas ni rostros,
parecieran surgir en el aire desposeído,
como un reguero de señas, de puro adiós;
unos labios transparentes se mecen en el viento,
con palabras mudas que sólo yo escucho,
una bocanada fabulosa de tibia calidez
empuja el borde del cielo atormentado,
la lluvia está pronta a caer y vaciar las calles
de aquella impía urbanidad que se petrifica,
que se hunde entre las rocas
y desaparece para siempre.

Necropsia
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Cuando la tensión del día se acumula
y fastidia de irritaciones a pobres huesos,
cuando la televisión irradia señales cancerígenas,
la última cucharada de café se derrama en el suelo,
hasta las velas empiezan a alumbrar con fallas,
hay mucha ansiedad en la punta de los dedos,
una necesidad desesperada de huir ciegamente
en esas horribles madrugadas,
en que las cosas se sienten en realidad tan mal;
alguien podría beber un buen trago
de esa botella olvidada a propósito en la bodega,
tomar una pala y subir a la camioneta,
se dirigiría al cementerio del pueblo,
husmearía entre las cruces oxidadas
en busca de un nombre de significado personal,
luego cavaría hasta desnudar el ataúd,
asiría el cadáver hasta la luz de la lámpara
y charlaría un rato sobre cosas desperdiciadas
con aquella entidad ida, sin rastro de aliento,
sobre muchas cosas, abundantes, tan necesarias;
alguien podría hacer eso o echarse a dormir.

Alcantarillas urbanas
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Un minero deprimido se dirigía
al agujero de una alcantarilla gris.
El día anterior besó a sus hijos,
abrazó a su mujer y bebió con sus amigos,
esa mañana se puso el casco y se fue,
puso los pies en las escaleras del túnel,
su sombra se perdió en la oscuridad
de vetustas cañerías de la ciudad,
entre goteras inciertas que llueven
entre las húmedas y putrefactas paredes,
ratas que nacieron ciegas
gritan entre los pasillos empolvados
un clamor desesperado de destrucción;
este es el mundo de sueños agrios,
las venas cancerígenas del pavimento,
que no conocen otro sol más que el terror;
aquí se estanca la gloria del minero,
se pervierte la fe y se palidece de fiasco.

Locura
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

El tren se está sepultando en un túnel,
un frenético tintineo se apodera de los vagones,
los cristales tiemblan, casi se desdoblan,
crujen todas las tablas, crispan los rieles,
la abominable noche de tierra llega,
mordisquea la luminosidad del día,
tiende una venda de ceguedad entre los pasajeros,
mientras diminutos destellos esquizofrénicos
asoman al borde de muchos ojos
y sonrisitas sarcásticas se mutan
en los rostros desaparecidos en la oscuridad,
exagerados gestos de agresividad
se dibujan en el aire deforme,
los gritos se derrumban desde el fondo
y hasta el tictac de un abandonado reloj
es parte de una gran conspiración de locura.

Violación
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Una pobre víctima extiende una mano,
sus dedos embarrados apenas se agitan
entre la hierba silvestre,
ramas secas y espinosas se cuelan
entre sus uñas enrojecidas,
el falso murmullo de su voz
emerge desde una lejana garganta
buscando un vano pedido de socorro,
mientras el atardecer se derrama
en un horizonte escabroso,
percibe entre sus sentidos confundidos
un aire de dolor,
un mar de heridas salvajes
que resquebrajan su alma en trozos.
¡Qué infinita tristeza
cuando todo acaba cínicamente!

miércoles, 20 de agosto de 2008

Hipermercado embrujado

Prólogo

From: "Pablo Andres Guareschi"
Subject: Sos malisimo
Date: Thu, 20 Dec 2001 14:40:35 +0000

No podes ser tan malo escribiendo, por favor, me da cosa ver que una persona puede escribir tan mal, no se me da cosa... te juro que me das lastima mucha pena, aprende a escribir, y culturizate un poco, animal, tenes horrores de ortografia, y ademas no tenes tus ideas en claro, no probaste con el canto?, suerte, de alguien que es mejor que vos. ah, por fa no molestes.

From: "Melody Almeyda"
Subject: Re: hola
Date: Tue, 09 Apr 2002 18:37:51 -0400

Hola! Te diré cual es mi opinión de los DISQUE escritores y libretistas de ahora los llamados Escritores entre (COMILLAS)... Mira lo que pasa es que hoy en dia todo es una replica de lo pasado, por que todos son una copia de lo que hubo en el pasodo, pues se es mas facil ser un copion que ser un auténtico original. Mira si te fijas en Cervantes que rompio record con su Don Quijote te daras cuenta que ese si fue un verdadero y original y gran único escritor tan es asi que ese libro a sido catalogado el mas leido despues de la biblia. Y por lo tanto hoy en dia solo lo que existen y aparecen son DISQUE ESCRITORES MEDIOCRES UNA COPIA DEL PASADO.................... BYE BABY
CONCLUSION O MORALEJA ..... NO ERES EL ESCRITOR QUE ESPERABAS, TODABIA TE FALTA MUCHO CAMINO Y AUN NI HAS COMENZADO ........ APENAS COMIENZA A REPETIR PALABRAS USADAS POR OTROS IGUALES QUE TU ........ POBRECITO ...... PERO TE DESEO QUE SIGAS INTENTANDOLO AUNQUE LOS ESCRITORES NO SE HACEN .................................................. NACEN ..................

***

Hipermercado embrujado
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Las vitrinas fueron quebradas a cascotazos,
el estacionamiento luce sucio y florecen hierbas salvajes allí,
la entrada fue tapiada,
por eso ingresamos por un hoyo en la pared;
adentro está oscuro,
apenas un resplandor gris llega del frente;
parte del techo se desmoronó,
todo está cubierto de polvo,
las estantería parecen oxidarse entre telarañas,
algunos frascos cayeron en el pasillo y sus vidrios dispersados,
quizá ratas,
cientos de ratas que se mueven a toda hora
y sacuden la rancia mercancía con sus horribles tamaños;
los mostradores de la carnicería tienen sanguijuelas pegadas,
tampoco escasean los hormigueros y las cucarachas;
de las moscas tan sólo quedan sus larvas enmohecidas,
que agusanan las verduras marchitas y la carne pútrida,
desde luego,
hay un hediondo olor en todas partes,
algunos frascos de leche reventaron dentro del refrigerador;
en la sección de ropas abundan polillas y algunos gatos enfermos,
cuando llegamos a ese sitio todos corrieron asustados,
un nido de vestidos incluía un pedazo sangrante de rata;
el panorama es desolador,
frío testimonio del abandono apresurado,
sólo la juguetería parece en su lugar,
excepto por el juguete maldito.

La mente infernal
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

meses pasados creía verme dentro de mi mente,
era un bibliotecario atrapado en un cuarto apretado,
un pequeño foco colgada del centro del techo
alumbrando tibiamente como una burbuja amarilla,
el rincón aparecía repleto de diversos libros,
apilados de todas formas, tamaños, colores, tomos,
sentado en medio, manoteaba distraídamente entre ellos,
repasaba lecturas inolvidables y otras ya confundidas,
también encontraba muchas nuevas y recientes palabras,
imágenes, ilustraciones, olores y vastas emociones.
#
todo este tiempo me dejé llevar por mi prudencia,
no estaba viendo la ventana enterrada a mi espalda,
abrí la hoja... ¡todo un universo estaba respirando!
montañas bermejas bordeaban el lejano horizonte,
una llanura cicatrizada por cauces de ríos secos
se distorsionaba por las sombras de rocas impuras,
en tanto un humor maligno huía hacia el rojizo cielo:
el infierno deshabitado era en su pleno esplendor.

La paloma sobreviviente
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

¡pobre avecilla!
yace entre los escombros, debilucha y desteñida,
su plumaje, frágil, se desprende al menor soplido,
apenas un suave quejido se escucha en su garganta,
pero ahora está a salvo;
por fin los rescatadores llegaron hasta el sótano
de un edificio demolido por equivocación,
pasaron muchos días,
pero el esfuerzo fue premiado con un sobreviviente inesperado,
una palomita;
los bomberos sonrieron cuando las luces descubrieron su escondite,
donde ha agonizado, ¡pobre avecilla!,
picoteando a unos obreros putrefactos.

La marcha fúnebre
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Dos hileras de majestuosos corceles
arrastraban con brío una tosca carroza,
las cabalgaduras iban sin mayoral,
cruzando el centro de una aldea maldita,
donde un ejército ignominioso sembró fríos crímenes;
las ruedas de la diligencia rozaban los cadáveres,
innumerables miembros descuartizados y putrefactos
cubrían el sendero ensangrentado;
las cenizas de las casas incendiadas
llenaban el aire con una siniestra niebla.
Al paso de la indiferente procesión,
nubes quejosas de cuervos hambrientos
se precipitaban por sorpresa en vuelo,
desapareciendo enseguida detrás de los cuerpos hediondos,
huellas desgarradas de la aniquilación.
Después la diligencia se perdió en el horizonte,
donde se avistaban feroces humaredas
y el quebranto de una muchedumbre
teñía la sombría lejanía.

Sin sorpresas
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Una tenue línea se dibuja en la mejilla de una señorita
al sonreír para la televisión,
canta un farsante y tiene arrugas en los bordes de sus ojos,
he visto libros verdes y paisajes pintados con errores;
muchas personas realizan extrañas vigilias cada vez,
ellas no se conocen ni tienen noción de los demás,
suelen tenderse en sofás o camas, quizá en una simple silla,
el volumen de algo está sintonizado con escaso aturdimiento;
terminamos envidiando a alguien cuya vida no deseamos,
muy a pesar propio, el amor sucede como cualquier accidente,
entregamos el corazón a una persona que nos lo roba,
anotamos direcciones y leemos periódicos del mes anterior,
pudiera un día aparecer alguien y darnos un beso imprevisto,
pero todo es tan imposible cuando es tan fácil que suceda,
lo mejor es no esperar nada ni soñar,
estar en algún lugar donde no importe;
las escenas dramáticas ya no me emocionan ni lloro,
solamente me quedo mirando y espero que pronto termine,
porque todo debe terminar siempre.

Los domingos en el cementerio
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

De nuevo un día tan fastidioso,
deseé huir al fondo del mar,
cerrar los ojos y no tener miedo,
cuánto frío hace en medio de las palabras
que recorren las escaleras alfombradas,
así en las hojas de los árboles
cuando todo el vecindario se ha ido
a visitar a sus muertos,
los domingos en el cementerio
podrían ser días hostiles,
los niños sonríen al correr sobre el césped,
mientras las jovencitas se recuestan encima de panteones,
algunas parejas se acarician dentro de ataúdes,
y el padre de familia podría montar una parrillada
entre un par de cruces desteñidas,
muy pronto alguien hallaría un esqueleto
y uno de los amigos se quedará con un cráneo,
que días después apagará cigarrillos
durante los juegos de naipes o bingo,
entonces el anfitrión podría comentar:
"ese día ha sido repugnante, pero lo recuerdo".

martes, 19 de agosto de 2008

La muerte de Julieta

De noche
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

encontraron nuevos cadáveres en el canal,
donde el agua podrida roza el borde,
cubierta con escombros de derrumbamientos,
apestada de basura y perros muertos,
la noche no duerme,
se van sembrando balaceras
en los callejones,
los taxis ensangrentados esperan,
máscaras de pegamento interrumpen la señal,
el olor de la miseria queda afuera,
las luces rojas mojan la tierra,
una niña me toca la mano,
me conduce hacia la noche,
abre su boca de muerte,
descubre su piel fría,
veo en sus ojos la desesperación
llamándome a gritos.

Mal tiempo
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

el viento de las masacres sopla en nuestras caras,
trae ese aire repugnante desde otro país,
un aroma de suplicios y pánico,
los gritos suenan lejanos,
casi imaginarios,
el levantamiento de armas,
tan remoto,
la atmósfera cargada de visiones,
rostros anónimos que se agitan
entre hojas sueltas,
decapitados lamentos de otro tiempo,
el horizonte se oscurece,
ya es tarde para las palabras,
el chaparrón hace sus primeras descargas,
gotas de sangre.

La caída del alado
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la lluvia golpea la casa,
los truenos anidan en la cumbre tormentosa,
una fortaleza de nubarrones flota sobre los tejados,
las ramas golpean la ventana,
bajo los umbrales espían charcos,
caen relámpagos en los alrededores,
como cuerdas que sujetan la carpa,
las alas empiezan a pesar,
se humedecen y el vuelo pierde entereza,
un ventisca borra el brillo de las lámparas,
desaparecen los caminos,
aterriza una noche de dificultades,
la lluvia golpea sus ojos,
su voluntad se agita en la tempestad,
un crujido se siembra en las tejas,
la caída sacude la casa.

Siempre enamorarse
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

enamorarse tan lenta y eternamente
descorrer los cerrojos de la pasión
internarse en la selva de emociones
en los oscuros pasillos del corazón
todas esas ilusiones que agitan el alma
con sus suspiros
sus tristezas y atrevimientos
viniendo de ocres callejones
huyendo del humo de los automóviles
borrando a la ciudad detrás de una puerta
la calidez del hogar te toca el espíritu
te seduce el ensueño de un beso
que tiene el sabor único de toda una vida
que va reconfortándote como una miel de amor
los temores se esfuman en ese abrazo sincero
en las palabras de una sonrisa
de eso se trata el esfuerzo empeñado
las cuotas que vencen cada mes
las traiciones a tu propia fe
destacar el delicado sabor de tu amante
se abre su mundo para ti
y se cierra a tus espaldas
para llevarte más allá del sitio
donde entregas los pies.

Detrás del lienzo
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la vigilia divide al sueño,
la luz quiebra la noche,
las pesadillas no terminan de desatarse,
esperan al otro lado del día,
de eso se trata,
animarse a cruzar,
a saltar la zanja,
tocar el techo de la locura y la muerte,
cometer todas las desgracias,
reflejarse en los ojos de los condenados,
asir el cuchillo para cortar una vena
del universo,
escindir al organismo enfermo,
seccionar una porción de realidad
para huir a la otra orilla.

Salida al éxito
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

El éxito puede seducirte con su maquillaje y sus amigas,
con una sonrisa que no acaba de ser cruel,
no sabés lo que te busca en el crepúsculo,
el talento es una maldición,
la luna se refleja sobre la mesa de cristal,
ella apareció en el umbral de un sueño,
estaba vestida para un funeral,
toda la gente se ha vuelto despreciable.
/
con éxito,
tus huesos tendrían un sepulcro vistoso,
aún podrías huir con los soldados en la selva,
desaparecer durante años de esas miradas;
los cadáveres carecen de ideologías,
sus esqueletos no hablan de placeres,
el recuerdo se borró de ellos,
las venas se secaron,
las tripas se evaporaron,
nada más el cepillo del forense
sacude el polvo,
para guardar las muestras
en una bolsa de plástico.

El paseo central
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

el paseo central se convierte en una estafa,
elevado sobre el pavimento
entre dos sentidos hostiles,
acumulando en sus bordes una arenilla sucia,
encrespada de basuras,
frutas podridas,
fragmentos de vidrios
y el plástico carroñero;
una caja muerta,
con las entrañas rotas,
se inclina grotescamente en su abandono,
más allá un neumático perdido duerme,
flotando en su única vena
húmedas colonias de mosquitos;
hay palos astillados,
hay hierros de misteriosas formas,
y también hay bidones grasientos,
hacinados testigos de fallas mecánicas
y de choques,
y de choques sangrientos;
millares de huellas se anulan
mutuamente en la corteza del asfalto,
llantas de ambulancias retrasadas,
autobuses sudorosos,
camiones oxidados,
coches eróticos,
familias adormecidas
y soldados retirados
transitan anónimamente,
junto a asesinos con licencia,
domésticas ingenuas,
oficinistas deprimidos
y parejas peleadas;
un pequeño rectángulo de tierra seca
marca la sepultura de algún arbolito,
sigue una sillita mugrienta,
donde descansan los mendigos con sus infantes,
al lado de un letrero descarado,
que interrumpe el paseo
para anunciar alguna miserable gomería
o peluquería;
luego se termina,
se corta como una isla,
encuentra su frontera con una calle anegada,
donde un istmo se corona
por la columna del semáforo,
de desteñida pintura y de faros agujereados
a pedrazos o balazos,
descuidado concertista de bocinazos,
chirridos y violentos estruendos
de las colisiones.

La muerte de Julieta
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Julieta despierta,
encuentra a Romeo muerto cerca de sus piernas,
quisiera no haber despertado
si era ésto lo que le aguardaba,
o quizá desearía estar aún en un sueño trágico,
buscando desesperadamente la manera de despertar,
no soporta su futuro,
el resto de su vida podría ser tan miserable,
pensando cada instante en los recuerdos felices,
pero que hoy la amargarían,
no se atreve a nada más,
ha quedado huérfana de amor,
toma el puñal,
el metal rasga su piel,
se hunde rápidamente entre sus costillas,
desborda las membranas del corazón,
llega la muerte como un soplido,
sin más dolor que la infelicidad instantánea,
las emociones confundidas,
cierra sus ojos humedecidos por el llanto,
se desploma sobre su tumba,
su cabeza da un golpe contra la roca,
mientras fluye la sangre en la herida,
manchando su vestido,
quedan unos segundos de conciencia en su mente,
aunque lo más probable es que no piense en nada,
enceguecida por la angustia,
escapa su último aliento,
se cancelan todos los procesos vitales,
aunque el cabello y las uñas seguirán
creciendo durante algunos meses,
se ha desatado un ciclo progresivo de descomposición,
con el paso de los años tan solo habría un esqueleto seco,
con el cráneo hueco,
sin rastros de belleza ni juventud,
ni mucho menos de su pasión.

Una fotografía
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Te tomaste una fotografía
junto a un niño que no conocías
lo abrazaste por los hombros
sonreías y el pequeño contigo
mientras tu madre los retrataba
no sé a dónde irá a parar ese recuerdo
quizá te olvides del mundo que creaste
hace un instante
desconozco el futuro de aquel niño
ahora no podemos saber;
tal vez una tarde asome la postal en una caja
el suave resplandor de un olvidado momento
reaparezca
y vuelva al siguiente segundo a ocupar su lugar
en un rincón que no toca tu corazón.

Los caminos
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

aún no termina el camino,
pero ya nos estamos muriendo,
la mirada se pierde por la ventana,
sin atención en nada,
mientras sigue llegando más camino,
nuevos caminos,
milenarios caminos,
abiertos con machetes en las selvas,
con cadáveres de esclavos,
tísicos y desnutridos,
pavimentados o empedrados,
con el asfalto ardiente derramado,
con la presencia del viento,
puestos los hierros calientes para los raíles,
azotados los asiáticos por la epidemia,
en el invierno de mil y algo,
tantos caminos,
tantas soledades y vidas encontradas,
los paisajes quebrados,
las vías bloqueadas,
atrincheradas por una guerra
o por la protesta,
cuántos mortales embestidos,
el ultraje de los peatones por la prisa
o los semáforos,
caminos que conducen a otros caminos,
caminos sucios,
sin terminar,
senderos y alucinaciones,
caminos que siguen llegando,
llevándonos a algún lugar
al que no llegaremos vivos.

lunes, 18 de agosto de 2008

Escena de mudanza



Crujido

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

ojalá pudiera hacer algo para disminuir el dolor,
quisiera recuperarme muy pronto,
volver a tener el control de mis pensamientos,
me gustaría recoger los pedazos,
creo que hará falta una bolsa,
muchas hojas de periódicos,
además de una escalera para lavar el techo,
los frascos de antibióticos están desparramados,
quizá alguien haya oído el crujido
y algún vecino haya llamado por auxilio.

Escena de mudanza
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la puerta que da a la calle muestra un fragmento quieto,
interrumpido por el cruce de un camión,
una mudanza en movimiento,
la porción alta de una ropero encabeza la breve escena,
con su espejo en una de las puerta,
partes desarmadas de la cama
extienden extremidades,
con la parrilla de madera recostada
contra una cocina o lavarropa,
otros muebles de indefinida nominación
asoman sobre la carrocería,
quizá una heladera era la mancha azul,
cerca de la pila de sillas,
con ese techo que forma la mesa
cuyas patas señalan al cielo,
se esfumó,
como si nunca hubiera habido.

El trauma
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Ella dijo,
anoche el cielo parecía una conspiración,
había señales de algo siniestro,
la electricidad recorre la ciudad,
toda esa gente feliz que necesita matarse,
invitando a sus fantasmas para el banquete,
perforando las paredes interiores,
y si tengo escalofríos es porque dejé de ser yo mismo,
mis ojos miran con codicia,
y la sonrisa no es mía,
es la maliciosa demencia,
se van a romper las nubes,
se van a quemar las bombillas,
algo siniestro podría suceder,
ella lo va a decir,
la víctima.

Corto paseo en bus
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

En la ventana izquierda
se desliza un paisaje repetido
cada día
cada siesta
las mismas casas se deslizan
los árboles deshojados
a veces el sol está a pleno
si no una llovizna se destiñe
ocasiones hubieron en que coincidíamos
su estremecida mirada y su boca de deseo
escribía para mí su aroma lujurioso
su delgado abdomen asomaba bajo su blusa
el cinturón colgado del borde de sus jeans
una piel muy blanca, sensual
como tallada en marfil
delineaba el perfecto contorno del ombligo
graciosas curvas resumían el placer de su vientre;
hasta que tomaba asiento
entonces el hechizo se desvanecía
reemplazado por la delicia de un cuello
la bella forma de sus orejitas
y el esplendoroso arreglo de sus cabellos;
la cerca de un patio cobraba atención
o el perro husmeando bolsas de basura
una puerta abierta hacia pareces vacías;
emergía de pronto el gran edificio
con sus ladrillos crueles
todo un lúgubre muro, insolente
con ventanitas al borde del techo
y sus cristales agujereados por pedrazos
la imagen se iba,
bajaba.

Monumentos
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

los héroes se rompen en pedazos,
el bronce se desluce en el centro de la plaza,
brazos de cemento yacen amputados como rocas,
un trozo de bandera exhibe las mordidas del viento,
tantos nombres profanos florecen en las lápidas,
la mugre infecta los relieves,
todo es el desatino elemental,
se sientan en los escalones,
con sus rostros demacrados,
fuman los desheredados,
fallecen los infantes,
a la sombra de los monumentos.

Arma en la calle
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

una pistola en el suelo,
arrojada sobre el empedrado,
con su cañón hundido en una grieta,
el arma inmóvil,
mansa,
su gastada empuñadura se muestra
en relieve
por encima de grises rocas,
los resquicios entre éstas
se completan por un charco hediondo,
la pistola desconocida
yace impasible,
tan cerca asoma
la punta de una mano,
quizá muerta por el disparo.

sábado, 16 de agosto de 2008

La humareda



Secuencias finales

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

cómo nos gusta el mar, tu alma se atreve a elevarse más allá de mí, durante los últimos días que estaremos abrazados, tu rostro está lívido frente al viento de la playa, la superficie se agita como rocas ardientes, un reflejo gris se sumerge sin fin, no te puedo hablar como antes, el ondulante movimiento de tu cabello se desprende sobre tu abrigo, cierta expresión que se grabará para siempre en mi mente, en el horizonte no hay un barco que se aleja, en el cielo hay ninguna gaviota que muerda la brisa, sólo tus manos que están frías en los bolsillos, la desilusión ha perdido maquillaje, en este extremo desolado del país.

Sensación de falla
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Persiste la sensación de una falla, todas las luces se mantienen encendidas, pero ya es el día, un relámpago cicatriza el rostro del cielo, mis pasos se adelantan un paso, presiento que me sigue alguien que fui antes, las casas son tan familiares, una ventana alta brilla un reflejo, los árboles congelan su memoria, algunas de sus hojas se dispersan en el aire, es el final de una época de fantasmas, es el pequeño defecto necesario, la captura de los miedos de madrugada, es suficiente el latido de alguien tan cerca.

Spleen
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

por qué cada vez siento que estás triste, que una angustia te desespera silenciosamente, pese a las tinieblas que me invaden y a que mi corazón vaga entre mundos agresivos, puedo comprenderte, abrazar tu misterio, lo que sigue no parece de lo mejor, se avecina una tormenta eléctrica, el puente no durara siempre, las emociones se desvanecen, un alambrado que separa al color real de los objetos, una personalidad cruel que refugia tus debilidades, cada sueño que termina siendo sacrificado, tus secretos que son fragmentos de mí mismo, como ves, me delata un corazón siniestro, me descubre un relámpago en la absoluta oscuridad.

Un año
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Viajando en el taxi vi a extraños
besarse en el fondo de un bus
de paseo por un supermercado
los vi apretados contra los estantes de un rincón
después de besarte
una nueva percepción nació en mi corazón
un ritmo desconocido dilata mis pupilas
puedo sentir el amor en el aire
una corriente en el viento que es diferente
veo a las demás parejas en todas partes
cuando tu ausencia no llena mis brazos
tu largo silencio es la señal para empezar a buscarte
nadie responde en casa todavía
el tráfico pretende alejarme de vos
alcanzo el aeropuerto un minuto tarde
el avión se eleva detrás del cristal
y descubro que será un año infinito de soledad.

Lluvia
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

los reflectores palpan el cielo
tratando de hallar aviones enemigos,
las patrullas vagan por las calles,
un soldado fuma,
sentado entre barricadas.
un momento,
falta un miembro de la familia,
la puerta de la casa está abierta,
caído el muro de costales,
suena la alarma en mil parlantes,
disparan entre las nubes,
a ciegas,
mientras llega el bombardeo,
como una lluvia de destrucción.

Un jardín
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Al otro lado de la muralla
el césped se extiende
como un enjambre verde,
prolijamente pulido,
mis rodillas se hundieron en su blanda superficie,
mis pisadas mellaron su planicie,
había unos sillones de hierro
con sus cabezas juntadas en el centro,
al asir una de ellas por su respaldo
las demás se desmoronaron en desorden,
mi mano dejó manchas sangrientas
entre sus intrincadas alegorías,
me cortaron los vidrios en la cima de las paredes,
me senté un momento,
tratando de aligerar la respiración,
en aquel jardín reinaba una calma siniestra,
grises estatuas estaban esparcidas
junto a columnatas inconclusas,
pequeñas fuentes secas
así como relojes solares
parecían emerger de la verde piel,
como puntas de puñales
encajados por el lado opuesto del suelo.

Caída
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Vamos cayendo todos juntos,
solitariamente juntos,
la brisa pareciera intentar detenernos,
pero seguimos el rumbo hacia lo profundo,
hasta lo más bajo,
mientras los edificios pasan corriendo a los lados,
ciudades devastadas caen hacia arriba,
se abre un mar de oscuridad,
un hoyo oscuro,
tan distante,
este pobre corazón que anhela sufrir,
estamos deseando ser tragados por el suelo,
de un golpe fatal,
para desvestirnos
de esa torpe fragilidad.

La humareda
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

una extraña humareda domina el vecindario,
pareciera la huella de una explosión
o un incendio.
desde la azotea sólo puede verse la niebla gris,
sin huecos de claridad.
quizá una nube haya sido derribada.
avanza lentamente por las calles,
arrebata árboles,
casas,
autos
ante nuestra mirada.
muchas personas asoman en sus balcones,
vemos sus cabezas inclinadas.
quizá algo terrible esté sucediendo.
me aparto de la ventana y vuelvo a tomar asiento;
ella regresa de la cocina con las tazas de café.
se sienta frente a mí,
a sus espaldas flota aún lejana la humareda.
me gustan sus ojos,
se lo voy a decir.

Un paseo por el barrio chino



Un paseo por el barrio chino

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

los autos suelen estrellarse contra las verdulerías,
a veces contra pescaderías,
la cabeza del conductor se tuerce sobre el volante,
la bocina comienza a sonar continuamente,
a veces sale humo del motor,
entonces alguien grita que va a explotar,
en tanto gotea el aceite negro sobre el pavimento,
las luces permanecen encendidas,
pronto corre un detective,
si no un médico o cualquier curioso,
abre la puerta de golpe,
se desparrama el cadáver en un charco sangriento,
con los ojos abiertos,
y encuentran la bala que creían perdida,
hundida en un cuello o en el pecho infortunado.

El árbol de ahorcados
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

en noches tan imprecisas
retornan los fantasmas de otra humanidad
a corregir el mundo,
se dispersan entre las multitudes,
cercándolas con conspiraciones secretas,
planeadas miles de años en reuniones
jamás registradas,
cambian de repente el color del agua
y llenan los árboles con sogas en cada rama.

Evocación de una entrevista
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

estabas allí,
sentada a solas con él,
no se hablaban,
tenías la mirada perdida,
con tu rostro ligeramente volteado,
mientras él,
sentado justo frente a vos,
parecía cerrar los ojos,
cabizbajo,
como si la charla hubiera llegado a algún punto
en el que ninguno de los dos lograba un acuerdo,
entonces era el silencio
el que respondía a algún enojo,
pero estaba lejos de comprender
qué había sucedido,
bien podrías estar llorando por dentro,
con las ideas confundidas,
quizá buscando explicaciones,
re definiendo tus emociones,
siento no poder descifrar la situación
con una sola mirada,
llegué muy tarde y nunca estuve cerca.

Desayuno en Miami
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

aquella mañana nos sentamos enfrentados,
con nuestros amigos en derredor,
así la charla iba flotando sobre la mesa,
mientras tus ojos revelaban una excitación,
tus pies buscaban enlazarse con los míos,
ocultos de las miradas,
tus labios se acercaban al borde de una taza,
ascendía el aroma del café por tu rostro,
y luego inclinabas un poco la cabeza hacia atrás
para sonreír con alguna frase,
estuve siendo tan transparente para tu atracción,
transmitiéndote esa emoción incontrolable
que querías que te enloqueciera,
te estaba seduciendo sin proponérmelo,
con mi pensamiento perdido en otro país,
en otra mañana,
en el desayuno solitario de mi compañera,
en el bar de un hotel latino,
quizá buscando enredar mi nostalgia con la suya,
flotando sobre tantos pueblos y montañas.

El polvo
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Al barrer se alimenta una nube,
al sacudir un plumero se esparce
ese polen gris e infértil,
esa capa de tierra que es nómada,
es volátil,
o se eterniza entre las hojas de un libro,
cubre los zapatos,
se desliza entre las tejas del techo,
viaja a través del viento,
dormita en el fondo de los mares,
ese aliento promiscuo,
sigue a quien sea,
ingresa a las casas por la puerta,
acompaña los bolsillos del albañil,
forma una línea sobre la chimenea,
o se deposita en los relieves de una parte,
imperceptiblemente se posa sobre el alimento,
pero no se espanta con las moscas,
traza los pies de los frascos,
el contorno de los muebles,
recorre los circuitos del televisor,
cae entre las teclas de una calculadora,
se guarda con los secretos del cajón,
envejece junto a las reliquias del museo,
nubla los cristales del bus,
está en todas partes,
se desprende de las rocas,
acaricia las hojas de las plantas,
tan insignificante como es,
sin descripción aparente,
color a ceniza o a nieve,
o sin color,
visible ante un rayo de sol en una habitación opaca,
sin sabor,
ocupa una grieta en la lana,
el lado desnudo de una moneda,
está en todo lo que flota,
en lo quieto y tras una violenta explosión,
rodea tu ser a donde quiera que vayas,
espera que el tiempo fluya,
hasta conseguir instalarse en el hueco de tu cráneo.

Día rechazado
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Es un día tan oscuro,
pero la noche está lejos,
a cada lado todo se deshace,
nada te hace especial ni te va a salvar,
el corazón también se rompe,
si me preguntas cuánto va a durar,
quizá ya sea tarde para mí,
volvemos a repetir los mismo crímenes,
caemos sobre anteriores caídas,
sin oportunidad de éxito,
sin la fortuna de los héroes,
en un ayer que se invierte,
el hierro se hace piedra,
el sabor metálico de la sangre,
el dolor convertido en dolor,
y las manos de los muertos
que te levantan del suelo
para que no ingreses a su reino.

viernes, 15 de agosto de 2008

Ave que arde



Soy yo

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

soy yo, con un título sugestivo.
con la tendencia a desaparecer.
la gente suele decirme que escribo bien,
o que mi manera de ser es extraña.
las obsesiones nos llevan a sitios extraños.
es posible conocer a personas tan imposibles.
a veces una vida no es suficiente para encontrarnos.
ni podemos estar seguros de quién nos está buscando.
allí afuera está toda la gente diseñando una casualidad,
sólo es necesario que estés allí, en el futuro.
dependemos de ciclos que nos arrastran.
pasé las últimas noches viendo filmes.
mientras ellos están por allí divirtiéndose,
puedo ver historias que tienen belleza,
voy aprendiendo un poco más,
siendo aún joven e ingenuo.
cuando tenía cinco años me golpeé la cabeza,
paseábamos en bicicleta por la calle de la ciudad,
alguien abrió una puerta y caí contra el pavimento.
sucedió con ella lo que ya me temía,
comencé a enamorarme de algo indefinido.
cuando terminó la conversación, me sentí perdido,
no sabía a dónde irme, no sabía nada acerca de mí,
pensaba que sólo podía pertenecer a sus brazos.
encontré en sus ojos esa sensación olvidada.
supongo que todo esto es una locura sin sentido.
yo no soy bueno para las llamadas telefónicas,
creo que odio mi manera de hablar,
prefiero quedarme libre entre estas palabras.
tampoco escribo para impresionar a nadie.
tal vez, después de todo, no sea tan buena persona.
quizá no será necesario que me respondas,
aunque desconozco lo que sucede de ese lado.
pero voy a intentar alcanzar su corazón.

Un encuentro
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

En la escalera nos saludamos. Iba yo concentrado en preocupaciones, mientras ellos bajaban, sonriendo entre sí, abrazándose y colmándose de juegos afectuosos. Él exclamó mi nombre y me extendió la mano, emocionado por este encuentro inesperado. Ella se apoyaba en su hombro, tenía la mirada fresca. Nos preguntamos cómo nos estaba yendo, que el tiempo nos había alejado. Tuve que sonreír, me alegraba verlos. Son una pareja tan enamorada, ambos jóvenes, paseando entre grises escaparates. Pronto nos despedimos. Ellos fueron saltando escalones y riendo de inocente felicidad. Yo continué mi paso. Vi casualmente el incendio en el horno de una tienda de comida, el cocinero no se daba cuenta, de espaldas, concentrado en no sé qué. El fuego tocaba el techo, dejando unas marcas negras con forma de anillos.

Personajes sombríos
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Sus manos enguantadas están guardadas en los bolsillos,
quizá empuñando alguna arma,
o una pequeña botella,
se paran al lado de un árbol seco,
en medio de la avenida,
frente a un bar abandonado,
o se quedan sentado en el coche mal estacionado,
cubierto de polvo y a oscuras,
con agujeros de balas en los cristales;
observan distraídamente,
no parecen hablarse,
sus rancias ropas llevan marcas de barro y cortaduras de puñal,
no huelen bien y una pobre señora con cartera se asusta al encontrarlos,
son como espectros del insomnio,
sólo la noche los vuelve visibles,
yo los observo desde mi coche,
puesto a prudente distancia,
y, por si acaso,
llevo en un bolsillo una barra de hierro,
aún me queda sangre limpia para otra noche.

Ave que arde
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

La calma sepulcral se esparce en el vecindario,
el sol arde sobre los cascotes y
se destella en las arrugas de un río,
los árboles permanecen mudos y eternos,
un límpido cielo se abre sobre las sombras,
un silencio venenoso infecta el alambrado,
la sangre se tiñe de suspenso,
un viejo termina por caerse despierto
cuando el ave que vuela bajo se enreda
con el tendido eléctrico,
la calma se quiebra,
el cadáver se precipita a la cuneta,
quemado y humeante.

La pequeña pianista
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

La sala espera,
los pasos adelantan unos ecos en el escenario,
los murmullos comienzan a extinguirse,
la pequeña pianista brilla bajo las luces,
una tibia sonrisa pinta sus facciones,
en la oscuridad se estremecen los palmoteos,
pronto cesan,
la joven se dirige a su lugar,
toma asiento con suma precaución,
acomoda su falda,
arrima la silla en la distancia ideal,
posiciona los pies sobre cada pedal,
su mirada cae pesadamente en la hilera de teclas,
el cuello erguido asoma con suavidad,
la espalda permanece firme,
los dedos comienzan la canción en el aire,
la garganta es aclarada con cuidado,
se suelta una profunda aspiración,
la concentración es tejida con cinismo artístico,
vuela en derredor una tensión silenciosa,
que se rompe con la lluvia furiosa de la melodía,
pura inspiración invade la sala,
se inunda con el agua fresca de la música
y la asistencia se ahoga en sonoras delicias.

Un proceso cuidadoso
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Es un proceso cuidadoso,
las persianas están bajas,
la habitación en penumbras,
la cama arreglada,
empieza a sonar una cinta,
la melodía fluye quedamente entre sus cabellos,
las manos se rozan llenas de ansiedad,
crece el deseo a través de sus entrañas,
brilla en su mirada el delirio,
se desata el nudo de su vestido,
sus pies se desprenden de los zapatos,
yergue la espalda,
entonces se arroja desde el borde de la silla,
la cuerda se tensa.

Fabricación
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Hay un apetito que satisfacer,
una ira que fecundar,
una voraz necesidad de sincronizar con mecanismos artificiales,
ese descubrimiento de prosperidad,
esa ambición oculta en las venas de la naturaleza humana,
con sus medidas oscuras de pasión,
sus carreras de locuras repentinas,
la elegancia de una educación extirpada,
nada más la brutalidad de una personalidad,
con sus emociones extremas,
convertidas en el negocio explotable de la civilización,
rotulando la mediocridad con la escala de las mercancías,
abasteciendo a las calles con seres defectuosos,
capaces de separar el futuro de sus actos,
para desencadenar criminalidades
que no pudieron desarraigarse al ser concebidos.

Epitafio para un inédito
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Fue arrancado de la vida por la fatalidad como alguien que arranca con furia la hoja de un cuaderno que lo compromete con crímenes vergonzosos.

fatalidad puesta
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Nada te hace especial,
nada te hace distinto o mejor que nadie,
ninguna tormenta te permitirá cruzar el mar,
ningún accidente te dejará en pie,
las piedras van a chocar y caerás de las montañas,
muchos ahogados aparecerán en la playa,
también brotarán brazos entre los granizos,
el sendero será cada vez más largo,
la luz menor clara y el aire huirá de tus pulmones,
solamente estás vistiendo las ropas de un hombre muerto,
cuyas memorias fueron borradas desde su nacimiento.

¡Fraude!
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Yo soy un engaño
todo en mi persona es mentira
creía antes en mí
pero ahora no soy más que una farsa
todo lo que siento no existe
mis emociones son pura ilusión
esta vida es un sueño inútil
soy otra decepción más
deseo que me lleve la tormenta
que me arrastre la inundación
que todas estas malditas palabras
desaparezcan bajo los pies del fuego.

Nombre
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Cruzabas la calle como en un sueño
pero los bocinazos te arrojaron a la vereda,
te metiste en cualquier tienda,
era la hora de cerrar,
no habían monedas para tus bolsillos,
nunca tuviste zapatos nuevos
y el frío de la noche conoció tu rostro,
fuiste por aquellos callejones deprimentes,
aunque te regalaron una botella
jamás aprendiste a beber,
todos esos personajes en tu camino
creen que todo se puede robar,
te buscaste una esquina libre de basura
un periódico para el banco
un remiendo para tu fe
no sabías que te apresuraste
asaltaste tu propia ingenuidad
olvidaste tu único nombre.

jueves, 14 de agosto de 2008

Una cita detrás de los párpados



Recolectando información

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

trato de imaginarte,
de darle medida a tus piernas,
de ordenar tus cabellos,
cuando te beso intento guardar la sensación de tu piel,
el sabor de tus labios rozándome las mejillas,
quisiera acordarme de aspirar ese instante
para atrapar el perfume de tu cuello,
el contacto de tu mano en el brazo,
tu sonrisa y su sonido,
pretendo cuidar todas tus palabras en el eco de mi mente,
tu forma de caminar cuando desapareces entre la gente,
pero sólo consigo recrear tu mirada,
tan profunda cuando me miras,
cuando nuestros ojos se encuentran sin esperarlo,
el color de tus iris cambiante,
encuentro en ellos la voz silenciosa,
la charla que no escuchan los demás,
el secreto que me convierte en tu único espía.

Admirador secreto
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

soy tan insignificante cuando estoy contigo
sé que me sonríes y sabés mi número telefónico
pero cuando te hablo no te digo lo que siento
si te miro esquivo tu mirada tímidamente
ya no quisiera ser una sombra
una simple casualidad
quiero ser todo
ser parte de tu orgullo y de tus caprichos
esta pasión que me quema por dentro
silenciosamente aumenta con cada latido tuyo y mío
me muero por tenerte
estrecharme en tus brazos
arder en tu boca
olvidar las palabras y sentir
sólo sentir.

Enseñanza
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

tanta ingenuidad para mi corazón
una simple inocencia en mi piel
voy por este mundo desconocido
voy descubriendo las reglas
los caminos
aprendiendo de tropiezos ajenos
acorralado por mis propias caídas
no busco definiciones
sí un sitio
que puede ser en un corazón sereno
en el instante quieto
en una voz dormida
aquí está todos mis temores
sin usar
soy nuevo en el país de la tentación
vine de ninguna parte
sólo es cuestión de que tomes mi mano
y seré tu aprendiz.

Sitios memorizados
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

aquellos sitios en los que solía verte
están ahora poblados de fantasmas que tienen tu figura
esperan como estatuas en todas las poses con que te recuerdo
en esa galería de imágenes tuyas
se desliza como niebla transparente
el aroma de tu presente añejado
de aquel hoy que antes disfruté
llega a mis narices el olor de tu ser antiguo
aspiro fuerte
dejo que me llenes con tu fragancia
cierro los ojos
con la cabeza inclinada hacia el cielo
entonces me siento feliz de probar nuevamente
instantes que creía perdidos.

Un árbol y una laguna
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

había antes cerca de mi primera casa un árbol tan alto, cuando soplaba el viento sus ramas más elevadas producían sonidos parecidos a voces de lamento. el árbol reposaba cerca de una pequeña laguna, de profundidad desconocida, sus aguas eran tan oscuras y se sentía tan fría. cerca se iniciaba un bosquecillo espeso, que en las siestas era tan silencioso y solitario. me parece que mi alma llega a ser como todo ese paisaje.

Una cita detrás de los párpados
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

¿no te sentís mal al apartarte de todos esos buenos placeres para venir a encontrarte conmigo aquí? ¿no te parece que se te escapa el mismo tiempo que a mí me costó en venir, a mí que me trajo ninguna sensación, sin motivo alguno llegué, sin esperar a nadie? no importa, desde luego, quizá ya sucedió antes o ya lo escribieron en algún lado. es que a veces no alcanza el capricho ni hay suficientes instantes para uno mismo. nadie puede criticar las cosas de nadie, aunque tal vez tu madre se ofenda si te sorprende con estas cosas bajo las sábanas. yo sé eso.

Noticias acerca de mí
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

yo sé que no soy una buena persona, la mayoría de mis pensamientos están errados, el mundo ya se movió largas distancias de donde creía que estaba, yo mismo he cambiado, pero no me doy cuenta de todas las noticias acerca de mí, si me preocupo por los que no piensan, si dedico mis instantes cualesquiera al que sufre, es seguro que apenas sirve para ocultar mi egoísmo, porque hay tantas amarguras que desconozco y no debería pretender hacerme un sabio con mi fragmento de verdades y mentiras.

Identificación
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

quién sos, me irrita el pensamiento una voz sin persona, respondo mi nombre, quién sos, quién, mi nombre no vale, no funcionan mis credenciales, ni títulos de propiedad, los billetes del dinero, libros leídos. las pasiones pasadas no tienen valor, ni la piedad, el perdón o la culpa; puedo ser examinado, juzgado y condenado, eso espero, si estás allí.

El diario de hoy
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Y cada día el chico del periódico trae más. Cada día se publican millares de diarios en el mundo. Millares de páginas con millones de palabras. Noticias que son pasajeras. Y se olvidan. Los diarios se guardan en algún depósito. Hace décadas. Cada día se emiten innumerables programas en innumerables televisores. Se siguen grabando. Mientras almorzamos o dormimos, se están grabando. Quizá nos estén filmando. Se toman infinitas fotografías, se registran infinitos instantes en todas partes. En algún sitio están tarareando una canción, en otro graban un disco. Y se escriben libros, diarios personales. Se firman recibos, y hay un billete doblado en la trompa de un elefante de cerámica. He comprado libros que jamás voy a leer. Una larga vida no alcanza. Tantos cumpleaños que recordar. Tantas fechas de batallas que memorizar. No podremos visitar todos los lugares que nos gustan; pero caminaremos millares de kilómetros. Otros jamás van a caminar. Algunos estarán varios años en coma. Habrán quienes nazcan para desaparecer para siempre en la lista de una epidemia. Tan jóvenes, entre los hierros retorcidos de un coche. Tanta belleza que está tan cerca, tanta miseria que está en todas partes. Una película más vista en el cine, una mejilla vuelta a besar. Personas que están allí fuera, que nos comprenden y piensan igual, pero que nunca las conoceremos. La fatalidad que de pronto se aprende y se intenta superar. Las lágrimas que se secaron por el viento venido de algún mar. O la sangre que ha fluido, que recorrió tus venas, y hoy no se sabe a dónde fue. Ese amor que quizá hubiera sido mejor. Tal vez una decepción que pudo evitarse. Los sueños de una población, contra la decisión de un gobernante. El sol que se eleva cada mañana, el sol que con el tiempo consumirá a la Tierra.
Somos jóvenes y nos amamos.

Parábola
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

suelen decir que vivamos al máximo
que no echemos a perder la vida
que probemos todos los matices
que disfrutemos mientras sea posible.
si rechazamos cada oportunidad
si evitamos nuevas experiencias y rehuimos de los impulsos
¿qué sucederá? / tomar una vida por casualidad
conseguir que fracase en todos sus planes
se decepcione de cada emoción
agotar su pureza a través del tiempo;
u otorgarle cada delicia prohibida
colmarla de locuras
acumular en ella vivencias que requerirían más años;
de cualquier manera se alcanza la violencia
una lenta y silenciosa violencia.
saber mucho enloquece.

Relato
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

voy a escribir una historia
todos vamos a estar en ella
reuniré a los que pueda para que sean testigos
les comentaré alguna cosa de mi infancia
de cuando arrastramos una puerta sobre el río
una puerta muy pesada
que resbalaba de mis manos
yo no podía soportar su peso
podría haberme caído en cualquier momento
mientras mi padre continuaba remando;
me miré la cara en el agua
hacía tiempo que había cambiado
pero por dentro seguía ahogado.

Pensamiento volátil
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

aunque te encuentres tan lejos
lentamente me estoy acercando
veo en la habitación a todos
preocupados por resucitar al paciente
hay un espejo sobre la puerta que da al pasillo
los enfermeros empujan corriendo nuevas camillas
son como sombras alargadas
rodeadas de agonías sin rostro
marcando un sendero de sangre;
encontré a alguien que ya no le teme al suicidio
rozando la defectuosa luz de una lámpara;
abre tu casa, muy pronto regresaré a tu mente.