miércoles, 6 de agosto de 2008

Hundiendo transatlánticos

Hundiendo transatlánticos
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la imagen de tu frágil cuerpo.
tus labios rojos cuando estás madurando.
tus mejillas sonrosadas, resplandecientes.
suaves tus pestañas sobre tus ojos fatales.
hermosura pura, de calor abrasador.
me aflige conocerte, porque soy tan débil.
desencadenas en mí un nido de relámpagos.
así me tomas como un sacrificio pagano.
te prometo mi amor hasta la muerte.
que la eternidad sellará mi simple promesa.
mientras nos dirigimos a ese desliz definitivo.
te beso y te abrazo.

La obsesión y su fracaso precipitado
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Me doy cuenta de que a ella no le importo,
siempre paso desapercibido delante de su mirada,
soy invisible, nada de mí parece interesarla,
sin embargo, solamente esta mujer me cautiva,
es su persona una exquisita canción de noche;
pero lo que más deseamos no es posible,
es una huidiza fortuna que a mí no me toca,
ninguno de mis suspiros puede tentarla,
cualquiera de mis poemas parece aburrirla,
es ella el ensueño terrible que me atrapa,
no estoy seguro hasta dónde soy suyo,
esta divina joven ganó mi pobre corazón,
pero no está enterada ni me lo reclama,
entonces sólo me queda vivir entre penurias,
vivir atado a una ilusión que jamás será,
seguir viviendo hasta no soportar vivir,
y morir tiempo después, quién sabe cuándo,
aferrado, sin cordura, a un amor no correspondido.

Culpas sin pagar
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

dicen que es maravilloso enamorarse,
pero el amor se tarda tanto,
mientras voy conduciendo por la ciudad saqueada
suena una canción triste en la radio,
ya no hay juegos de niños,
las palomas yacen muertas en la plaza pública,
veo una marca negra en el horizonte,
el fuego y el humo saltan entre los edificios,
mi amor, dónde estás mi amor,
no quiero llegar tarde al principio de nuestro amor,
la gente ya no se queda a leer los letreros,
ni los semáforos dependen de la velocidad,
se fueron los días felices,
nunca supimos que estaban tan cerca,
no sabía que estabas cerca, amor,
ahora llega desde lejos la tormenta,
la lluvia lavará la pena de las calles,
será un momento de redención.

Ceguera
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Las sombras vienen, se acercan de todas partes,
surgen como predadoras invisibles,
son como tinieblas salvajes, y crecen lentamente,
en tan profunda soledad vienen a mí,
las sombras se arrastran entre mis pies,
mientras un tenue rumor se esparce en el aire,
mi mirada oscura se tiñe de tristeza,
estas pobres manos no pueden sostener mi pesar,
secas lágrimas se dibujan en la noche,
no encuentro consuelo, me apena ser así,
entonces las sombras empiezan a rodearme
y me refugio en ese mundo tan perverso e irreal.

Olvido
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Es tan frío y solitario este sitio dentro de mí,
estoy con el alma quebrada por recuerdos siniestros,
perdido en la penumbra profunda;
el tiempo cruzó con su ejército de calamidades
y arrasó con cada emoción sobreviviente,
a veces todavía sueño a ella, dormida eternamente,
como un espejismo mágico de irreal felicidad,
entonces la imagen se desvanece en infinitas sombras,
la melancolía es todo lo que queda,
quisiera en ocasiones inclinarme en reverencia
para dedicarle una absurda plegaria a su nombre,
pero no encuentro la fe apropiada para expresarme,
sólo puedo esperar a que una de estas horribles noches,
el suelo se parta con ruidosa ceremoniosidad,
que del fuego crujiente de las profundidades
aparezca el mismo ángel del Demonio
y me ofrezca beber de su copa una poción
que de mi memoria borre los retratos
de esa dulce amada ahora imposible.

Fragilidad
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Los jardines se rompen,
son sacudidos por una violencia ácida,
por un terremoto de inocencias despiadadas,
sólo porque los deseos son superficiales,
así que los pétalos de las pálidas flores
son ajados y lanzados entre depresiones,
en los salientes desprendidos de tierra,
entre rendijas temblorosas de fuego,
porque debajo hay un mar implacable
de iras profundas, odios y frustraciones sobrenaturales,
así que no comprendo las cosas,
detrás de tan paradisíaca tranquilidad,
de la serenidad espléndida y ese cielo brillante,
puede ser el escondite de crueles lágrimas,
de tanto tiempo de morderme los labios,
ver tanto tiempo pasar en vano,
ahogándome a mí en tan oscura aflicción.

Asesinato
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Una luna en caos se precipita en la tarde,
su pálida silueta crece tan cerca,
rozando los techos de casas apagadas,
sus gigantescos contornos enfermizos
son cortados por solitarias sombras
de pinos filosos,
el brillo psicópata de un cuchillo
brota como un suspiro cansado
en algún lugar del descuidado patio,
una mano enguantada sostiene
el arma que se desfigura
en el centro de la luna sanguinolenta,
los crujidos de la carne retumban huecos
sobre las hojas secas acumuladas
en el frío suelo de invierno;
son éstas las visiones de un malagüero,
¿cómo podré escapar de estas pesadillas
que se anidan detrás de mis párpados?

Infestación
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

El insomnio me consume cada noche en mi lecho,
hora tras hora mis ojos siguen mirando,
aspirando constantemente al mundo en la oscuridad,
y las paredes blancas se hacen notar,
como una espesa neblina de silencioso terror,
más el escalofrío envenena el aire del recinto,
suspiros agónicos se tejen en plena madrugada,
palpitan en un suelo negro, invisible ahora,
quizá distante, hundido en ciegos infiernos;
son las larvas, con sus movimientos nerviosos,
innumerables insectos se agitan en metamorfosis,
con furia se deshacen de sus formas primitivas,
sus abdómenes resoplan un zumbido hipnótico,
se van despegando sus alas en agrias emulsiones,
millares de amorfos dípteros se dispersan
en el techo, mutándose descontroladamente,
desgarrándose en una orgía salvaje,
depravándose en sus nueve segundos de vida,
para luego caer livianos, cual ceniza seca,
en una desintegración masiva y definitiva.

Sofisticado
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Acechan a mi hogar las bestias infernales,
criaturas malignas creadas por mis pensamientos,
que se agitan silenciosamente en las afueras,
ágiles predadoras que caminan en el aire,
que se agazapan detrás de los arbustos,
acorralan mi mundo con su muda ferocidad,
muestran en la noche sus filosos colmillos,
sus miradas asesinas son un espejo cruel,
porque la amargura las alimenta con severidad;
a dónde sea que vaya me seguirán,
siempre estarán persiguiéndome,
a la espera de esa ocasión estrepitosa,
en que sus fauces por fin me destripen.

Invierno feroz
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Una intempestiva tormenta arrebata la fría quietud
en las umbrías cumbres de las montañas,
la nevada plomiza se despedaza del firmamento
enterrando el desolado valle de la perdición;
gigantescas avalanchas tienden a emboscarse
en las remotas faldas de los peñascos;
mezclas incandescentes de nieve, roca y azufre
arrasan a su paso los defectos de las pendientes,
sepultan cuevas solitarias de infortunios,
demuelen árboles secos, de ramas y raíces muertas,
incluso la miserable cabaña de un ermitaño
es arrancada del suelo como hierba fresca,
entonces la mole atronadora sigue su rumbo
hacia un vano arroyo de escarchas heladas.
El gélido infierno abre sus ventanales
entre los picos montañosos de esta forma,
vuelve el invierno y sus noches desgraciadas.

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