martes, 19 de agosto de 2008

La muerte de Julieta

De noche
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

encontraron nuevos cadáveres en el canal,
donde el agua podrida roza el borde,
cubierta con escombros de derrumbamientos,
apestada de basura y perros muertos,
la noche no duerme,
se van sembrando balaceras
en los callejones,
los taxis ensangrentados esperan,
máscaras de pegamento interrumpen la señal,
el olor de la miseria queda afuera,
las luces rojas mojan la tierra,
una niña me toca la mano,
me conduce hacia la noche,
abre su boca de muerte,
descubre su piel fría,
veo en sus ojos la desesperación
llamándome a gritos.

Mal tiempo
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

el viento de las masacres sopla en nuestras caras,
trae ese aire repugnante desde otro país,
un aroma de suplicios y pánico,
los gritos suenan lejanos,
casi imaginarios,
el levantamiento de armas,
tan remoto,
la atmósfera cargada de visiones,
rostros anónimos que se agitan
entre hojas sueltas,
decapitados lamentos de otro tiempo,
el horizonte se oscurece,
ya es tarde para las palabras,
el chaparrón hace sus primeras descargas,
gotas de sangre.

La caída del alado
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la lluvia golpea la casa,
los truenos anidan en la cumbre tormentosa,
una fortaleza de nubarrones flota sobre los tejados,
las ramas golpean la ventana,
bajo los umbrales espían charcos,
caen relámpagos en los alrededores,
como cuerdas que sujetan la carpa,
las alas empiezan a pesar,
se humedecen y el vuelo pierde entereza,
un ventisca borra el brillo de las lámparas,
desaparecen los caminos,
aterriza una noche de dificultades,
la lluvia golpea sus ojos,
su voluntad se agita en la tempestad,
un crujido se siembra en las tejas,
la caída sacude la casa.

Siempre enamorarse
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

enamorarse tan lenta y eternamente
descorrer los cerrojos de la pasión
internarse en la selva de emociones
en los oscuros pasillos del corazón
todas esas ilusiones que agitan el alma
con sus suspiros
sus tristezas y atrevimientos
viniendo de ocres callejones
huyendo del humo de los automóviles
borrando a la ciudad detrás de una puerta
la calidez del hogar te toca el espíritu
te seduce el ensueño de un beso
que tiene el sabor único de toda una vida
que va reconfortándote como una miel de amor
los temores se esfuman en ese abrazo sincero
en las palabras de una sonrisa
de eso se trata el esfuerzo empeñado
las cuotas que vencen cada mes
las traiciones a tu propia fe
destacar el delicado sabor de tu amante
se abre su mundo para ti
y se cierra a tus espaldas
para llevarte más allá del sitio
donde entregas los pies.

Detrás del lienzo
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

la vigilia divide al sueño,
la luz quiebra la noche,
las pesadillas no terminan de desatarse,
esperan al otro lado del día,
de eso se trata,
animarse a cruzar,
a saltar la zanja,
tocar el techo de la locura y la muerte,
cometer todas las desgracias,
reflejarse en los ojos de los condenados,
asir el cuchillo para cortar una vena
del universo,
escindir al organismo enfermo,
seccionar una porción de realidad
para huir a la otra orilla.

Salida al éxito
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

El éxito puede seducirte con su maquillaje y sus amigas,
con una sonrisa que no acaba de ser cruel,
no sabés lo que te busca en el crepúsculo,
el talento es una maldición,
la luna se refleja sobre la mesa de cristal,
ella apareció en el umbral de un sueño,
estaba vestida para un funeral,
toda la gente se ha vuelto despreciable.
/
con éxito,
tus huesos tendrían un sepulcro vistoso,
aún podrías huir con los soldados en la selva,
desaparecer durante años de esas miradas;
los cadáveres carecen de ideologías,
sus esqueletos no hablan de placeres,
el recuerdo se borró de ellos,
las venas se secaron,
las tripas se evaporaron,
nada más el cepillo del forense
sacude el polvo,
para guardar las muestras
en una bolsa de plástico.

El paseo central
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

el paseo central se convierte en una estafa,
elevado sobre el pavimento
entre dos sentidos hostiles,
acumulando en sus bordes una arenilla sucia,
encrespada de basuras,
frutas podridas,
fragmentos de vidrios
y el plástico carroñero;
una caja muerta,
con las entrañas rotas,
se inclina grotescamente en su abandono,
más allá un neumático perdido duerme,
flotando en su única vena
húmedas colonias de mosquitos;
hay palos astillados,
hay hierros de misteriosas formas,
y también hay bidones grasientos,
hacinados testigos de fallas mecánicas
y de choques,
y de choques sangrientos;
millares de huellas se anulan
mutuamente en la corteza del asfalto,
llantas de ambulancias retrasadas,
autobuses sudorosos,
camiones oxidados,
coches eróticos,
familias adormecidas
y soldados retirados
transitan anónimamente,
junto a asesinos con licencia,
domésticas ingenuas,
oficinistas deprimidos
y parejas peleadas;
un pequeño rectángulo de tierra seca
marca la sepultura de algún arbolito,
sigue una sillita mugrienta,
donde descansan los mendigos con sus infantes,
al lado de un letrero descarado,
que interrumpe el paseo
para anunciar alguna miserable gomería
o peluquería;
luego se termina,
se corta como una isla,
encuentra su frontera con una calle anegada,
donde un istmo se corona
por la columna del semáforo,
de desteñida pintura y de faros agujereados
a pedrazos o balazos,
descuidado concertista de bocinazos,
chirridos y violentos estruendos
de las colisiones.

La muerte de Julieta
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Julieta despierta,
encuentra a Romeo muerto cerca de sus piernas,
quisiera no haber despertado
si era ésto lo que le aguardaba,
o quizá desearía estar aún en un sueño trágico,
buscando desesperadamente la manera de despertar,
no soporta su futuro,
el resto de su vida podría ser tan miserable,
pensando cada instante en los recuerdos felices,
pero que hoy la amargarían,
no se atreve a nada más,
ha quedado huérfana de amor,
toma el puñal,
el metal rasga su piel,
se hunde rápidamente entre sus costillas,
desborda las membranas del corazón,
llega la muerte como un soplido,
sin más dolor que la infelicidad instantánea,
las emociones confundidas,
cierra sus ojos humedecidos por el llanto,
se desploma sobre su tumba,
su cabeza da un golpe contra la roca,
mientras fluye la sangre en la herida,
manchando su vestido,
quedan unos segundos de conciencia en su mente,
aunque lo más probable es que no piense en nada,
enceguecida por la angustia,
escapa su último aliento,
se cancelan todos los procesos vitales,
aunque el cabello y las uñas seguirán
creciendo durante algunos meses,
se ha desatado un ciclo progresivo de descomposición,
con el paso de los años tan solo habría un esqueleto seco,
con el cráneo hueco,
sin rastros de belleza ni juventud,
ni mucho menos de su pasión.

Una fotografía
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Te tomaste una fotografía
junto a un niño que no conocías
lo abrazaste por los hombros
sonreías y el pequeño contigo
mientras tu madre los retrataba
no sé a dónde irá a parar ese recuerdo
quizá te olvides del mundo que creaste
hace un instante
desconozco el futuro de aquel niño
ahora no podemos saber;
tal vez una tarde asome la postal en una caja
el suave resplandor de un olvidado momento
reaparezca
y vuelva al siguiente segundo a ocupar su lugar
en un rincón que no toca tu corazón.

Los caminos
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

aún no termina el camino,
pero ya nos estamos muriendo,
la mirada se pierde por la ventana,
sin atención en nada,
mientras sigue llegando más camino,
nuevos caminos,
milenarios caminos,
abiertos con machetes en las selvas,
con cadáveres de esclavos,
tísicos y desnutridos,
pavimentados o empedrados,
con el asfalto ardiente derramado,
con la presencia del viento,
puestos los hierros calientes para los raíles,
azotados los asiáticos por la epidemia,
en el invierno de mil y algo,
tantos caminos,
tantas soledades y vidas encontradas,
los paisajes quebrados,
las vías bloqueadas,
atrincheradas por una guerra
o por la protesta,
cuántos mortales embestidos,
el ultraje de los peatones por la prisa
o los semáforos,
caminos que conducen a otros caminos,
caminos sucios,
sin terminar,
senderos y alucinaciones,
caminos que siguen llegando,
llevándonos a algún lugar
al que no llegaremos vivos.

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