viernes, 5 de septiembre de 2008

cuentos sin descuento I



La vegetación maligna

(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

las raíces de la vegetación maligna contaminan a la ciudad en sus cimientos, destrozan las tuberías de gas y provocan grandes explosiones subterráneas, los bloques de hormigón se quiebran lentamente hasta estallar con estruendo, así los pisos de los altos edificios se derrumban inmediatamente, los enormes esqueletos de acero se parten como cerillas, una gran humareda de polvo invade las calles, mientras las luces parpadean hasta que se apagan de pronto, entonces toda la metrópolis se sume en la oscuridad más terrorífica y caótica.
las calles se destripan como hojarascas de tierra seca, los gritos de desesperación se ahogan entre los alaridos de las construcciones desplomadas, mientras los poco automóviles que emprenden una inútil huida son tragados por los agujeros ardientes que mecen la tierra, a lo lejos se oye un ruido mayor, un crujido sobrecogedor, el estremecimiento se esparce en todas direcciones pero no puede verse nada, los sentidos están ensombrecidos, el gigantesco puente acaba de partirse y abatirse sobre el río eufórico.
yo estaba durmiendo en mi cama, como la mayoría de la población en esta ciudad, hasta que las tablas de mi habitación se sacudieron, se filtraron los dedos ásperos de la flora demoníaca, sus raíces me capturaron, me sujetaron por todo el cuerpo y me hundieron en la profundidad de las cavernas negras. Yo siempre estaba seguro que había que eliminar toda esa vegetación que espera en las afueras de la urbe, esas forajidas plantas que adornan los caminos abandonados, que se mecen al viento con su rabia reprimida, esperando siempre el instante para sepultar la presencia humana bajo terribles capas de abandono y desolación.

El paramédicos
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

Todas esas luces locas desprendidas en todas partes. Que caen desde las azoteas sobre bolsas de basura. Entre veredas llenas de charcos lluviosos, miserables vagabundos, perros sarnosos. Los malditos edificios que se despedazan. No hay luces en las habitaciones. Solamente sale el humo por las ventanas rotas, con los bordes ensangrentados, los cristales rotos. La basura que se atasca, no permite que la alcantarilla fluya como antes.
Va a ser un fin de semana largo. Los días van a ser eternos. Cada segundo va a durar miles de años. Presiento que me voy a quedar atrapado en algún momento. Nadie puede escapar. Todos estamos tan condenados.
»ColdAngel, ColdAngel.
La radio que suena desde el fondo de mi cabeza. El café sabe a aire podrido. El aire está sucio en este vecindario. No puedo más que oler el humo de los cigarrillos, de los incendios, los coches quemados, o los olores extraños cuando se quema un adicto.
Cinco litros de café. No debo dormirme. Tengo que apagar la muerte. Seguirle el rastro. Tratar de sacarle de sus propias manos a las miserables almas. Debo rondar por este apestoso vecindario. Esta noche la muerta está de ronda. Va a cometer un crimen en cualquier momento. Ahora. Posiblemente.
Los días que paso sin dormir me siento más cerca de la locura. Más próximo a cualquier sentido de humanidad. Puedo ver a los fantasmas. Los secretos de las cosas muertas. Cuando se desprenden de las narices, o desde el brillo de miradas fijas. Se van. Ya no quieren regresar. Este mundo no les cabe esperanzas. Mi trabajo ya es inútil.

La chica de la taquilla
(Carlos Miguel Giménez O.) [cmgo1979@yahoo.com]

medianoche. función de trasnoche. última función.
cómo cambiaron los tiempos en este vecindario. antes vivían acá familias importantes. con apellidos europeos, dueños de grandes empresas. llevaban a sus hijitas en autos caros a colegios caros.
había un centro comercial para esa clase de gente. un sitio refinado, con tiendas muy brillantes, llenas de marcas importadas. venía los miserables a arrastrar sus pies, pero se resbalaban sobre el piso encerado. mientras con sus sucias manos toqueteaban los vestidos lustrosos, o los relojes.
una plaza pública, con árboles, banquillos, césped. lo había todo. habían veredas sanas, calles asfaltadas. luces toda la noche. había felicidad comprada.
no queda nada.
solamente una fila de casas descuidadas puestas en alquiler. tiendas vacías, puestas en alquiler. nadie quiere alquilar.
el cine se quedó dormido, no vio a la gente abandonar sus butacas. las películas cambiaron de color. los nuevos estrenos envejecieron en los carteleras de las paredes. un olor a humedad, con ratas, con paredes cubiertas de manchas de manos. cubierto el piso con servilletas arrugadas, vasos de plásticos, latas de aluminio. un desastrozo lugar.
el viejo telón está bordeado por telarañas. hay manchas de comida arrojada.
—¿Qué hay?
la chica de la taquilla mascaba chicle y fumaba, me miraba con una mirada de irritación.
—Esta noche, "Chocolate por la noticia". —dijo con su voz chillona.
—Ah... quiero una entrada.
—Quiero ver el dinero. —su rostro se llenó de humo.
puse el dinero en la ventanilla. no tenía cambio. pero no importó. recibí mi boleto e ingresé a la horrible sala del cine.
"Chocolate por la noticia", alguna vez fue una película muy importante. mucha gente venía a este cine para verla. la gente lloraba de pasión al verla. era todo, puro sentimiento. la pintura de cualquier vida y todas a la vez. llegaba al alma con una precisión invisible. uno creía de verdad en algo, o quería creer.
las actuaciones eran tan impactantes. todos los personajes, hasta los mínimos gestos. con modismos modernos que convencieron a la mayoría de los críticos. una historia original que se basada en personas legítimas, posibles. la espontaneidad se respiraba en aquella oscuridad, como si las cámaras estuvieran escondidas en la sala y se filmara a los protagonistas sin avisarles que estaban en una películas.
en su momento mucha gente le dio premios a esta película. los actores recibieron mucho prestigio, y cuando el niño joven falleció hace unos años en un accidente, muchos lloraron en su funeral, lo recordaban con terrible nostalgia. se pretendió reestrenar el filme en su memoria, pero los estudios decidieron lanzar una secuela que se había preparado secretamente, que luego se desestimó por las ocupaciones del equipo técnico y actoral en proyectos más instantáneos.
una verdadera película memorable. si no fuera por los cortes, los sucesivos remiendos realizados en el original por causa de tantas quemadas, el desgaste y los rasguños, quizá me hubiera emocionado mejor. ya no recordaba tan bien esas imágenes.
salí de la apestosa sala. creo que había más gente dentro, pero no miraban la película. no sé, creo que hay gente que vive allí dentro. quizá una o dos familias están refugiadas, duermen, cocinan allí. o vagabundos, o rameras.
cuando crucé frente a la taquilla encontré los cristales de la ventana despedazados, con trozos de vidrio dispersos en derredor, había en la pared contrario del interior una marca, agujeros y manchones ensangrentados. la chica de la taquilla no estaba sentada donde la había visto. no me atreví a asomar. apreté mi dinero dentro de mis bolsillos y me marché a casa.

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