sábado, 2 de octubre de 2010

manufraktura

















el costado miserable

la serenata saturada se inicia en la terraza abandonada
entre tantas antenas infértiles y el transito nocturno
pisoteando roidos huesos y pilas secas
yo soy el que habla a tu oído sordo
el que hiere a jesus por su lado sano
el salmon que se deja llevar por la corriente
no estoy hablando de mi sino del que transcribe los sueños que la noche deja huérfanos
guardo fotogafias de la casa donde vivías
siempre sigo mirando por el lado donde la cámara no enfoca
espiando las fiestas de los sabados en otros balcones
diseñando las publicidades para pintar edificios en decadencia
para calcomanías de candidatos que te sonreirán en los buses
pero yo se que no vas a ir a votar
no vendrás a la exposición ni marcaras mi nombre con un circulo en los diarios
tal como yo nunca te olvidare pero olvidare tu rostro

es el martes pasado

unas metáforas sutiles como el perro al final de la película
con los invitados sentados en torno al fuego
enumerando todas las casualidades increíbles
pero callando a menudo ese deja vu constante
porque los sueños son recuerdos desde las muerte hacia el nacimiento
que en tus ojos enamorados miro al gran amor que vendrá
o quizá se pierda porque será solo la sombra de tu amor
en ese cementerio donde mis padres se conocieron
que hoy al pasar enfrente siento enterrada a toda la familia
todas esas paredes que no extraño en ningún país
el exito que pude haber tenido pero que me espera a la vuelta de la esquina
porque soy un desconocido al volver desde europa o un martes
y curiosamente lo que dije antes ya no puedo repetirlo con certeza






manufraktura

la escena repetida:
el oficial controla el tiempo apuntando con una luger
al amanecer el obrero se mira los dedos tan negros
luego de colocar teclados a miles de teléfonos móviles
la muchacha embarazada aguanta hasta sincronizar el alumbramiento con su receso para ir al baño
el minero mira el ojo de alfiler por donde se filtra el palido brillo del cielo
los autos nuevos siguen saliendo sin cesar
nadie los conduce
los vestidos nuevos continúan despachándose y se deben producir mas percheros, mas desfiles de moda
los embalajes para las frutas y los sándwiches ocupan millares de depósitos
los infinitos neumáticos se apilan como en un parque siniestro
las computadoras forman una ciudadela de ventanas apagadas
las sillas de ruedas y las piernas ortopédicas llenan largos estantes
un mar de píldoras inunda sotanos mas luminosos que el escenario
va caminando una sombra entre cascadas de metal liquido
va una sombra entre millares de chispas de cosas que se sueldan
entre montañas de enlatados defectuosos que silban al abrirse una fuga

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